Llegó como el “salvador”, el que logrará todo lo que no se ha conseguido en los últimos 12 años.
Al argentino Antonio Mohamed le viene perfecto el significado de mesías, ahora en su regreso al futbol mexicano, para dirigir a Pumas: “Persona en quien se confía ciegamente y a quien se espera como libertadora o redentora”.
Así la visión del aficionado y dirigente del Club Universidad Nacional.
Desde que surgió el rumor, se confirmó la noticia y se presentó al Turco, ha sido un fanatismo desbordado.
Salvo aquella ocasión en la que se nombró a Hugo Sánchez como entrenador, no recuerdo otra con tanta pasión y expectativa como ésta de Mohamed.
El constante fracaso y maltrato al equipo es lo que genera tanta ilusión hacia Tony, un estratega al que acompañan triunfos y títulos.
Mohamed sabe trabajar a corto y mediano plazo. Casi siempre entrega buenos resultados bajo la premisa de “el fin justifica los medios”.
¿Será un Pumas espectacular con el Turco?, ¿arrasará a sus rivales?, ¿será invencible?, ¿ganará títulos?
Ojalá, porque es lo que el público auriazul espera.
Mohamed, para triunfar, requiere jugadores “calados”, con experiencia.
No es que vaya a hacer un lado la cantera, pero tiene muy claro que ahí no está la fórmula para recuperar al equipo.
Si lo contrataron, es porque van a traerle lo que pida y lo que necesita son por lo menos cinco jugadores de buen nivel para dar batalla y competirle a Tigres, Monterrey, América, Cruz Azul, León y Pachuca.
Importa poco su pasado como jugador y técnico del América. Está de más cuestionar de dónde salió el dinero para pagarle.
Qué más da si el promotor argentino Christian Bragarnik mete mano con los refuerzos, pues esto y mucho más lo aceptaron los directivos.
La exigencia para Antonio Mohamed es hacer campeón a Pumas.
Lo deseo, aunque sí me doy un tiempo para ilusionarme con el Turco.