Tres muy recientes revelaciones, dadas a conocer en medios por sus protagonistas, me confirman una vez más, el comportamiento que durante décadas ha tenido la “Clase Política” de este país y su abuso del poder.
La primera se refiere a los acuerdos dados a conocer por el presidente del PAN realizados con el PRI, como parte de la alianza en apoyo de la candidatura a la gubernatura de Coahuila que incluyó el otorgamiento de notarías, instituciones cuyos titulares gozan de fe pública, por lo que no deben otorgarse como producto de negociaciones políticas sino en función de capacidad y honorabilidad. Tampoco debió negociarse el Instituto de Transparencia, un órgano autónomo, cuyos comisionados resultan de procesos públicos y designados por el Congreso del Estado, lo que manifiesta la intención de los partidos de atrapar a las instituciones autónomas y colocar a personas cercanas o incondicionales para su control. Una vez más, confirmo que esa es la forma en que se deciden las designaciones que pasan por Congresos y Cámaras.
El segundo caso se refiere a lo que publicó Sanjuana Martínez, exdirectora general de Notimex, empresa pública que entró en liquidación después de una larguísima huelga, nombrada a propuesta del Presidente de la República y parte de la 4T quien, en un artículo de su autoría, narra lo que denomina dos intentos de soborno que involucran a funcionarios de la Secretaría del Trabajo. El primero donde, a través de un subordinado, un emisario de dicha Secretaría le ofreció 11 millones de pesos (mdp) por su liquidación, a cambio de pagarle al resto de los trabajadores lo mínimo que marca la ley. En el segundo, ofrecieron pagar 150 mdp a los trabajadores a cambio de entregar el 20% para la campaña electoral de Claudia Sheinbaum. Sanjuana señala que se negó rotundamente por considerarlo un acto de corrupción, falto de ética y una traición a su equipo, es una “práctica común en el gobierno” le respondieron.
El último caso corresponde a la denuncia que hizo pública la diputada del PRI Montserrat Arcos, dirigente del Organismo Nacional de Mujeres Priistas, con más de 20 años de militancia, en contra del presidente de su partido y del secretario de Finanzas por violencia política de género, la cual, señaló, inició como “un asunto de moches y corrupción” al quererla involucrar para obtener el retorno del 50% sobre el recurso destinado a la “capacitación y desarrollo político de las mujeres”, que equivale al 3% del presupuesto del partido, programa que tuvo a su cargo los últimos tres años, a lo que se negó, recibiendo las consecuentes advertencias y represalias.
No prejuzgo sobre lo señalado por Sanjuana y Montserrat, pero la valentía de enfrentar a los poderosos grupos políticos a los que pertenecen les otorga credibilidad y encuentro en algunos de sus dichos, que suscribo, su razón. Sanjuana, subió en su cuenta de “X” estos mensajes: “México se transformará cuando denunciemos la corrupción por encima de partidos y políticos”. “Casi todo es negociable, menos los principios”, “la congruencia es primero” y “Fui leal, pero mi lealtad a mis principios y a los mexicanos es primero”. Montserrat, señaló que “hay quienes confunden generosidad con confabulación e institucionalidad con un cheque en blanco para poder hacer y deshacer”.
Congruencia, lealtad a principios y a México e institucionalidad son algunas características de las que carece una buena parte de nuestra clase política que ha normalizado las prácticas corruptas. Es alentador conocer que hay personas que con mucha valentía y pese a las represalias, denuncian públicamente. Ojalá que sirvan de ejemplo.