El impacto del Coronavirus en todo el mundo y en todos los ámbitos de la vida en sociedad es tremendo; en algunos casos demoledor, en otros, devastador. Hay que volver a reflexionar todo, sobre todo; pero mientras se encuentran soluciones a los problemas que ya estaban, más los nuevos que se agregaron con la pandemia del Coronavirus, hay que trabajar con una mirada en el presente, pero sin dejar de mirar a corto, mediano y largo plazo. Cada una de estas etapas requiere soluciones concretas y no precipitadas para que no perjudique las soluciones a mediano y largo plazo. La pandemia Coronavirus dejará una estela de penuria económica a nivel mundial. Cada país, región, propondrá soluciones para amortiguar el golpe económico y reducir al mínimo sus consecuencias. En el ámbito cultural y artístico las malas decisiones pueden ser fatales y en México, pueden ser peores, pues se entrelazan con un cambio en la forma de atender a ese sector.
Leo que han enviado a la Secretaría de Cultura una carta conjunta 1,400 artistas, colectivos, agrupaciones y compañías solicitando se gestionen recursos de emergencia para apoyar al sector cultural y artístico. Demandan al menos 100 mil apoyos de 15 mil pesos para creadores, intérpretes y gestores culturales. Todos ellos, argumentan, sin solvencia económica por el confinamiento.
En el sector cultural y artístico todo el consumo presencial se paralizó, dejo de suceder. Todas las disciplinas reaccionaron y se movieron a las representaciones virtuales; de forma colectiva o individual, apoyados por una institución pública o privada.
En esta doble crisis, de salud pública y económica, la creatividad cultural y artística no se detuvo, pero si considero que se modificará sustancialmente la forma en que esa creatividad será apreciada, consumida por los otros. Tendremos noticias de ellos cuándo sus obras lleguen a los teatros, cines, galerías, museos, salas de concierto; así sea dramaturgia o coreografías, exhibiciones individuales o conciertos, proyecciones o partituras, nuevas ediciones en librerías. Sólo que, ahora, no sabemos qué hacer con el consumo. Me explico: si lo que vivimos es un cambio de paradigma, si lo anterior ya no fue suficiente y si debemos de pensar en nuevos modelos hay que preguntarnos, ¿desde dónde partimos? ¿Puede el estado financiar al cien por ciento la difusión, promoción y representación cultural y artística? Es viable que ¿sólo la iniciativa privada se ocupe de la difusión, promoción y representación cultural y artística? El modelo que combina ambas fórmulas, ¿sigue siendo viable? No es lo mismo ser un creador que tiene un ingreso fijo que le proporciona una institución pública o privada y que le permite soportar la tormenta a un creador que vive al día y que tiene que generar ingresos todos los días como pueda y dónde pueda en el ámbito cultural y artístico, según sus facultades. Este creador no tiene acceso a los sistemas de salud pública y tampoco puede pagar la privada. Esa es una gran diferencia entre los profesionales del sector cultural y artístico y debe de entenderse en su contexto. En esta cuarentena son muchos los ejemplos de lo útil del quehacer cultural y artístico para transitar amablemente el cautiverio sanitario. Los creadores ofrecieron gratuitamente conciertos, lecturas, recorridos virtuales, consejos. A nivel mundial lo creativo y generoso de la comunidad volvió a ser ejemplo. Pero no debe confundirnos este acto generoso y pensar que los creadores independientes no tienen necesidades como cualquier ciudadano, que pierde de un día para otro, los espacios propicios para generar ingresos.
Si esta tendencia generosa siguiera y continuara y se hiciera una práctica. ¿Cómo se modificaría la forma de apreciar, deleitar, percibir lo creado? Pero principalmente ¿qué pasaría con toda la maquinaría que hasta ahora logra que la cultura y el arte sean vistos, apreciados, visitados, representados, leídos, por un público en general? ¿Se altera la fórmula de subsidio o pago para cada una de las etapas de creación, promoción, distribución, difusión y consumo del bien cultural y artístico?
¿Será suficiente para el futuro el consumo en línea? En la actualidad la música, el cine y el mundo editorial han logrado adaptarse a este nuevo consumidor virtual.
¿Qué hacer con la infraestructura cultural instalada? ¿Más recursos para mantenimiento, promoción y difusión? ¿Cuánto costará volver aceitar la maquinaria de infraestructura cultural? ¿Quién está haciendo esas proyecciones? Al día siguiente de la cuarentena, ¿qué se representará en los teatros públicos y privados, ¿qué se interpretará en las salas de concierto, qué coreografía se podrá apreciar? En verdad: ¿sólo es cuestión de reprogramar? ¿Cuánto tiempo llevará al sector retomar el ritmo?
Leo también que la Secretaría de la Función Pública anuncia otro recorte del 50% al gasto en la burocracia gubernamental. Recorte que se aplicaría a servicios generales y en materiales y suministros; es decir, en lenguaje burocrático: capítulo 2000 y 3000. Pero es precisamente que en esos capítulos se contratan a los artistas independientes y a las compañías que están organizadas y venden sus servicios a instituciones públicas mediante contrato y factura correspondiente. La Secretaría de Cultura Federal para este año tiene asignados en presupuesto 3,413 millones; con la reducción del 50% tendría solo 1,706 millones, (restando lo gastado o comprometido al mes de marzo). El regreso a la normalidad requerirá un gran esfuerzo por parte de las comunidades, pero también lo requiere de las instituciones, públicas y privadas, para reaccionar rápido y con las mejores prácticas para lograr que todos los espacios estén funcionando al 100% en el menor tiempo posible y en ese 100% se encuentran los artistas, creadores y gestores culturales para lograr que el público presencial regrese y consuma cultura, arte. Si: consuma y reactive con liquidez el presente.
Leo que el FONCA será incorporado a la estructura orgánica de la Secretaría de Cultura, lo que le permitirá “contar con reglas de operación claras, transparentes y sin espacio a la corrupción”. El FONCA no era corrupto, tenía reglas de operación y tenía certeza jurídica. Considero que se pierde un organismo que había funcionado 31 años con innumerables muestras de eficacia, regulación, eficaz y flexible y perfectible año con año por parte de la comunidad artística y cultural y de los instrumentos con los que cuenta las instituciones y funcionarios en cada época para corregir errores o realizar cambios que mejorarán su operación. Durante el proceso de transición se mantienen los apoyos y becas y las convocatorias abiertas siguen su curso, dice el comunicado. Hay que esperar que se defina por escrito lo que se mantiene, lo que pierde y lo que gana la nueva área de la Secretaria de Cultura llamada hasta ahora FONCA. El Foprocine se fusiona con Fidecine: en estos dos Fideicomisos también hay proceso de transición. El Fideinah sigue operando hasta que se acabe el dinero ¿y luego? En este caso, menciona el comunicado, se trabaja “en el desarrollo de un mecanismo que permita cumplir con los lineamientos de transparencia, austeridad y rendición de cuentas”. Nuevos mecanismos que sustituyen a los mecanismos que funcionaban. La magia burocrática es espectacular.
Leo que en España reclaman al Ministro de Cultura que se ponga al frente de sus demandas. Firman la carta 37 asociaciones y consideran que en el sector cultural trabajan 700 mil personas.
Leo que el gobierno de Alemania ha destinado 120 mil millones de euros para sostenimiento del empleo en el sector cultural y una línea de liquidez ilimitada.
Cada país y cada sociedad resolverá la crisis de salud pública y económica en la que estamos inmersos. México necesita pensar el presente para tomar decisiones adecuadas para el futuro en todos los ámbitos y en el cultural y artístico, específicamente, hay que conminar a que se mediten muy bien las propuestas de solución y evitar que se colapse un sistema cultural, orgullo de todos y construido por todos durante décadas, siglos.
Secretario Ejecutivo del Seminario de Cultura Mexicana