La Universidad Nacional Autónoma de México es una de las Universidades más importantes del mundo y, desde luego, la más completa de América Latina. Su amplia gama de actividades en los ámbitos de la docencia, la investigación y la difusión de la cultura la sitúan en un lugar privilegiado en los procesos de la creación y de la transmisión del conocimiento. La UNAM es la heredera directa de la rica tradición académica y de la educación superior que se ha desarrollado en nuestro país desde 1551. La actual Universidad Nacional, instituida por Justo Sierra, toma un importante impulso con la rectoría de José Vasconcelos y obtiene su autonomía en 1929 como resultado de un importante movimiento estudiantil. Consolida así su vocación de promoción de la libertad de cátedra y de investigación, así como de defensa del pensamiento plural y de las libertades en México. La UNAM ha tenido un papel fundamental en la construcción del México moderno y tiene una función estratégica frente a los profundos retos globales y nacionales que enfrenta nuestro país.

Tuve la fortuna de ingresar a la Facultad de Derecho de la UNAM en 1968. Encontré un espacio de libertad y respeto intelectual. Me tocó estudiar en una Facultad que contaba con grandes juristas, los más representativos de la época. Me limito a mencionar los nombres de Luis Recaséns Siches, Eduardo García Máynez y Mario de la Cueva. En la planta docente participaban muchos distinguidos abogados litigantes, corporativos y notarios públicos, así como legisladores, servidores públicos, jueces, magistrados y ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, diplomáticos, empresarios y líderes de opinión. Muchos de ellos eran autores de los principales libros de texto de sus materias en México y en América Latina. También, 1968 fue el año del movimiento estudiantil que terminó en la trágica represión del 2 de octubre en Tlatelolco, con todas sus implicaciones políticas y sociales. En mi época de estudiante alcancé a recibir los beneficios intelectuales del luminoso exilio español, que tanta huella dejó en México en diversas áreas del conocimiento.

Durante la etapa final de mis estudios en la Facultad ingresé al Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, en el cual, después del posgrado en la Universidad de Harvard, fui investigador de tiempo completo durante varios años. Fue en una época de excelencia académica en el propio Instituto. Ahí también tuve la oportunidad de conocer y trabajar con muy distinguidos juristas. Tanto en la Facultad como en el Instituto hice, entre mis maestros, compañeros y alumnos, amigos para toda la vida. He compartido con ellos muchas inquietudes, pero sobre todo el análisis de cómo contribuir al progreso y al desarrollo político, económico y social de nuestro país.

Durante esos años, debido al crecimiento demográfico y a las necesidades de satisfacer una creciente demanda de educación superior, se inició un proceso de creación de numerosas universidades y centros de estudios superiores, públicos y privados en todo el país.

La UNAM ha tenido un papel determinante en la defensa de la libertad y de la justicia. Su autonomía ha sido frecuentemente atacada por el poder político, pero siempre los universitarios han sabido defenderla. Varios de sus rectores han tenido un papel muy relevante en la defensa de la libertad intelectual. Basta nombrar a José Vasconcelos, Antonio Caso, Ignacio Chávez, Javier Barros Sierra, Guillermo Soberón y José Sarukhán entre ellos. Los tres mexicanos que han recibido el Premio Nobel, Mario Molina, Alfonso García Robles y Octavio Paz, han pasado por las aulas de la UNAM. Actualmente, esta institución desarrolla una amplia gama de actividades en muy diversas áreas del conocimiento.

Nuestra Universidad cuenta con las capacidades y los recursos para coadyuvar a resolver los grandes problemas nacionales y los retos globales que enfrenta nuestro país. El mundo vive problemas inéditos y enfrenta profundas contradicciones. Vivimos la época de mayor innovación científica y tecnológica de la historia de la humanidad. Estamos en el pleno desarrollo de la Cuarta Revolución Industrial, que se caracteriza por la inteligencia artificial, el Internet de las cosas, el big data, la nube de almacenamiento, la producción automatizada. Pero, en realidad, el gran despegue tecnológico apenas comienza. La innovación en este campo es cada vez más rápida y su aplicación en todos los campos del conocimiento está en sus inicios.

Por otra parte, ha habido un importante progreso económico en varias regiones del planeta. Sin embargo, al mismo tiempo los esquemas de crecimiento económico que hemos utilizado desde la primera Revolución Industrial, así como el crecimiento demográfico tan acelerado han causado la sobreexplotación de los recursos naturales, el rebase de los nueve límites naturales del planeta, las condiciones necesarias que soportan la vida humana y la destrucción acelerada de la biodiversidad. De igual forma, hemos degradado los ecosistemas, lo que ha provocado graves consecuencias para la sostenibilidad ambiental, para temas de salud y alimentación, entre otros. Vivimos una emergencia climática global que pone en riesgo todos y cada uno de los aspectos de la vida económica y social. En un mundo que llega a 8 mil millones de personas, cerca de la mitad de la población –4 mil millones– vive en situación crítica por la persistencia del hambre y la pobreza, el cambio climático, la crisis alimentaria e hídrica, las migraciones, los conflictos internos y las guerras.

Asimismo, los esquemas de crecimiento económico aplicados en los últimos 40 años, si bien han propiciado mayores actividades económicas, también han disparado la desigualdad. Esta ha llegado a niveles, en muchas regiones del planeta, que dificultan la solución de los desafíos globales y propician la polarización. La Universidad de la Nación está perfectamente preparada para el análisis, la discusión y el diseño de soluciones para la problemática global y del país, a través, principalmente, de la actividad de sus institutos y centros de investigación. Un ejemplo de ello es el trabajo que desarrolla el Centro de Ciencias de la Complejidad, que promueve y organiza la investigación transdisciplinaria y multisectorial de los propios institutos.

La solución de la compleja problemática nacional se debe efectuar con base en el conocimiento científico, tecnológico, social y humanístico, en el marco de la construcción de un Estado constitucional de derecho, con el pleno respeto a las libertades y los derechos fundamentales. La labor de la Fundación UNAM es estratégica para la consolidación de nuestra Universidad.

para recibir directo en tu correo nuestras newsletters sobre noticias del día, opinión, planes para el fin de semana, Qatar 2022 y muchas opciones más.

Sección Mexicana del Club de Roma (smcr) 


 

Google News

TEMAS RELACIONADOS