A estas alturas, ya se han derramado auténticos ríos de tinta analizando los nombramientos, las señales y perspectivas recién estrenada administración Sheinbaum, todos ellos enfocados en los grandes temas nacionales: los equilibrios políticos, la seguridad pública, la inflación, el ejército, etcétera. Sin embargo, aún faltan otros temas clave que tendrán una influencia definitiva en el éxito o el fracaso de la presidencia de Claudia Sheinbaum y en el rostro del país que ella entregará a su sucesor en 2030.

  • El campeonato mundial de futbol en 2026

La Copa del Mundo de la FIFA será compartida por primera vez en 3 naciones: Estados Unidos, Canadá y México. Se trata del encuentro deportivo más importante del mundo con hasta 5 mil millones de personas que lo observan desde sus pantallas y con toda la atención global enfocada durante un mes en los estadios y los países que los albergan.

El mundial será clave para el gobierno de Sheinbaum, no solo por la atención propia que atrae un evento de este tipo, sino también porque el mero hecho de compartir la sede del campeonato es un símbolo de la integración regional que constituye -al mismo tiempo- una fortaleza económica irrenunciable para los 3 países y un muy complejo desafío político.

Después de todo, aunque cientos de millones de personas estamos razonablemente felices con esta integración económica y cultural, es evidente que -en ambos lados de la frontera- hay otros millones de personas a quienes el modelo de integración regional les resulta intolerable. La xenofobia antimexicana en los Estados Unidos, y la xenofobia antiestadounidense en México (mal disfrazada de “gentrificación”), alcanzará su punto de ebullición, incluso dentro de las propias redes políticas del oficialismo morenista, durante los meses previos al campeonato mundial; activistas e ideólogos varios van a buscar pretextos para buscar camorra.

Además de este desafío social, es fácilmente predecible qué la Copa del Mundo traerá consigo una oportunidad clave para los opositores al régimen. La oposición tiene 2 años para aprender de las técnicas y las lecciones que aplicaron sus colegas brasileños contra Dilma Rousseff en el marco del mundial del 2014 y los olímpicos del 2016 y replicarlas a la mexicana.

Si el gobierno de Sheinbaum es incapaz de mantener un consenso amplio y tropieza en el ánimo de los ciudadanos, el mundial del 2026 será el espacio clave para que florezcan las inconformidades, que los opositores aprovecharán como plataforma rumbo a las elecciones intermedias del 2027.

  • Los juegos olímpicos de Los Ángeles 2028

Apenas 2 años después del mundial, la fiesta olímpica llegará al segundo centro de población mexicana más grande del mundo: la ciudad de Los Ángeles, California. Por supuesto, en sentido estricto, México no es país sede, pero lo será en la práctica; ello implica un nivel de compromiso mucho más elevado para los deportistas y para la estructura gubernamental encargada de respaldarlos.

Tras el tortuoso periodo de Ana Guevara al frente de la CONADE,  Rommel Pacheco llega con el compromiso tácito de lograr una actuación histórica en los próximos juegos olímpicos, y eso trasciende al resto de la administración Sheinbaum, porque  los ciudadanos toman el desempeño olímpico como un reflejo de la fortaleza del país y de la eficiencia de las instituciones.

Por lo tanto, hacer un papelón en Los Ángeles tendría efectos tan nocivos para el ánimo nacional como los tuvo hace 30 años el ridículo de la delegación mexicana en Atlanta 96. Quizá no pegue directamente en los votos, pero sí en el terreno de juego social donde se desplegarán las campañas rumbo al 2030.

  • Los 500 años de las apariciones guadalupanas

Aunque el quinto centenario de la Virgen de Guadalupe se celebrará hasta el 2032, ya en pleno de sexenio del presidente Noroña, las preparaciones para esta conmemoración ya estarán en marcha durante la administración Sheinbaum y representan un punto clave para la relación entre iglesia y gobierno, y para la presencia y el liderazgo de la Iglesia Católica dentro de la sociedad mexicana.

Aunque es notorio que la credibilidad y la influencia de la jerarquía eclesiástica es cada vez menor, también es cierto que el milagro guadalupano sigue conservando una enorme potencia, incluso entre aquellos que ya no son cotidianamente católicos, pues el ayate de Juan Diego es (en muy buena medida) el acta de nacimiento de la nación mexicana.

En un escenario normal, la conmemoración del 500 aniversario debería incluir una nueva ronda de canonizaciones de santos mexicanos de alto perfil, acompañada de una gira del Papa por las principales ciudades de México, cuya invitación y logística deberá trabajarse desde la segunda mitad del gobierno de Sheinbaum. Además, el nivel de hospitalidad hacia el Papa será una señal clave para adivinar el futuro de las relaciones entre la iglesia y el estado mexicano, tan complejas y tan relevantes como siempre.

  • Las revoluciones tecnológicas

En mi reciente libro La forma del futuro, hablo acerca de las 5 grandes revoluciones que están definiendo a nuestros siglo: inteligencia artificial, computación cuántica, impresión tridimensional, civilización espacial y metaverso. Todas estas tecnologías (y sus sectores relacionados) que hoy ya son una realidad en desarrollo, avanzarán hacia la madurez durante los próximos 6 años, alterando de manera drástica inédita e ineludible el panorama económico del mundo entero, México incluido.

La crisis que implica el avance de la automatización de funciones laborales, particularmente aquellas de cuello blanco en las oficinas, golpearán por debajo la línea de flotación a las clases medias, a las que durante décadas se les vendió la idea de que esforzándose para obtener un título universitario tendrían seguro un buen nivel de vida y estarían a salvo de las disrupciones, sólo para toparse -ya a mitad de camino- con que los primeros automatizados no serán los obreros, sino los Godínez.

De aquí al 2030, desaparecerán millones de empleos, reemplazados por algoritmos. Por supuesto, al mismo tiempo surgirán otros millones de nuevos empleos alineados a las necesidades de la nueva economía; el problema es que estos empleos no se llenan en automático. Detrás del juego de números, que muy probablemente arrojará un balance positivo en términos laborales, habrá millones de personas sometidas a enormes tensiones económicas, académicas y humanas: licenciados y posgraduados que habían logrado consolidar una posición profesional, un prestigio y una relativa tranquilidad laboral, se verán obligados a empezar desde cero, recapacitándose en nuevas tecnologías, que ni siquiera existían cuando salieron de la universidad.

Desarrollar y escalar programas de educación continua, que no sólo entreguen certificados, sino que realmente transmitan los conocimientos e inteligencia emocional para enfrentar este proceso, serán indispensable para el éxito de cualquier sociedad; en México, hoy por hoy, esa labor le queda muy grande a la Secretaría del Trabajo.

Mención específica merece el tema de la civilización espacial. El 22 de septiembre Elon Musk anunció oficialmente que las primeras Starship podrían aterrizar en Marte en 2026, con mixtas a establecer presencia humana en el planeta rojo alrededor del 2030.

Suena hasta fantasioso, pero si algo nos han demostrado Musk y SpaceX, una y otra y otra vez, es que tienen el talento, la técnica y el dinero suficientes como para transformar las fantasías en realidades cotidianas. Así lo hicieron la década pasada con los cohetes Falcon, así lo están haciendo ahora con la Starship; además, los esfuerzos de Elon Musk no van en solitario, la NASA sigue trabajando junto con la iniciativa privada en el programa Artemisa, que permitirá regresar presencialmente a la Luna entre 2025 y 2026, con miras a una presencia permanente para el final de la década, y a a estos 2 proyectos hay que sumarle la renovación de las estaciones espaciales, porque la estación espacial internacional será destruida en 2029 y para entonces habrá sido reemplazada por estaciones de nueva generación, operadas tanto por los gobiernos como por empresas privadas.

Todo ello implica la transformación del espacio, de un ámbito principalmente científico a uno cada vez más político y económico. La globalización del siglo XX se firmó en 1944, con los acuerdos de Bretton Woods; la “globalización” del siglo 21 será la del espacio, y se firmó en 2020 con los Acuerdos Artemisa, base del equipo encabezado por los Estados Unidos; del otro lado, China y Rusia construyen su propio bloque.

México ya firmó, durante la administración López Obrador, los Acuerdos Artemisa, para colocarse del lado de Estados Unidos, ahora veremos si Claudia Sheinbaum mantiene el rumbo, o si se deja seducir por los elementos más radicales de su partido y apuesta por un viraje casi suicida hacia la irrelevancia del tercer mundo o el absurdo de los BRICS.

  • Para no perder de vista

Aunque aparentemente no sean tan urgentes o relevantes como los grandes temas que ya todos conocemos: seguridad, economía, etcétera, estos cuatro factores tendrán una profunda influencia en la ruta, resultados y legado del gobierno que recién comienza.

Cosas tan dispares como el deporte, las naves espaciales, las oficinas automatizadas o las apariciones de la Virgen, comparten la vocación de ser aquellos espacios donde los gobiernos tienen la oportunidad de pintar los matices, además de impulsar, detener o revertir movimientos sociales y económicos cuyas consecuencias nos perseguirán durante décadas, para bien y para mal. Ojalá y Claudia sea consciente de esto, ojalá que su equipo lo entienda, ojalá que no se equivoquen. Ojalá.

*Gerardo Garibay Camarena. Doctor en Derecho, profesor, escritor y consultor político. Su nuevo libro es "La forma del futuro: del metaverso y los macrodatos, a la civilización de la soledad y las nuevas lealtades".

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