¿Recuerdas tu casa cuando eras niño querido lector, querida lectora? ¿Si tienes menos de cuarenta años, ¿podrías recordar la casa de tus abuelos? ¿Cuántos aparatos eléctricos o electrónicos había en ella? Ahora voltea a ver tu casa o departamento y enumera ¿cuántos de estos aparatos hay? Es probable que varios de los siguientes:
Una televisión, un aparato para captar televisión cerrada, un sistema de video juegos, con sus respectivos controles; un celular, una Tablet, unos audífonos para Bluetooth, con sus respectivos cargadores; una computadora, un cursor inalámbrico, un teclado inalámbrico, enrutador de wi-fi, una impresora, un microondas, un reloj despertador electrónico, un teléfono inalámbrico y demás, sin contar con todos los aparatos electrodomésticos que un hogar suele tener.
Vivimos en un mundo inalámbrico, inter-conectado, que produce ondas de energía eléctricas y magnéticas que interactúan con nuestro cuerpo. Y en 24 horas estamos expuestos a más campos electromagnéticos de los que nuestros abuelos lo estuvieron durante toda su vida.
Decía Aldous Huxley, “Los hechos no dejan de ser, sólo porque se les ignore”. La frase viene a cuento porque cada día hay mayor evidencia sobre cómo la radiación electromagnética o frecuencias electromagnéticas (REM) generadas por toda la tecnología que nos rodea, impactan nuestra salud; y muchos lo hemos ignorado.
Cada día un mayor número de personas se vuelven hipersensibles a los REM y presentan desde: dolores de cabeza, fatiga, irritabilidad, falta de memoria, desórdenes de sueño, hasta depresión, sin saber el origen de sus problemas.
Por otro lado, sabemos que todas las funciones que el cuerpo realiza son también gracias a la electricidad. Nuestra computadora orgánica —el cerebro— emite ondas eléctricas para recibir y emitir mensajes, tanto de dolor, de hambre, para mover un músculo, sanar una herida o que el corazón lata. Es decir en un sentido literal, somos seres eléctricos en un mundo eléctrico. Lo que quizá ignoremos, es que los REM irrumpen en estas funciones, lo que causa un desbalance en los sistemas. Como resultado, las células tienen que generar más energía, para enviar sus mensajes electromagnéticos.
Hoy se sabe que la frecuencia promedio del cuerpo humano sano durante el día es de 62 a 68 Hertz. Cuando la frecuencia se desbalancea y baja se sensibiliza desde a infecciones hasta cáncer, de acuerdo con Ann Louise Gittleman autora del libro Zapped.
Cómo minimizar los efectos nocivos de las REM
- Evita mantener tu celular pegado al cerebro. Mantenlo a una distancias de unos 30 cm. lejos del cuerpo mientras está prendido.
- Utiliza audífonos de cable —no los inalámbricos— ya que pueden emitir radiaciones.
- No guardes tu celular cerca de la cadera. La médula ósea en tu cadera produce el 80 por ciento de los glóbulos rojos y son especialmente vulnerables al daño producido por los REM.
- Tampoco lo guardes cerca de los genitales, porque puede afectar la fertilidad.
- Siéntate lo más alejado que puedas de la pantalla de tu computadora.
- Para un buen dormir, se recomienda alejar todo aparato electrónico de la cama unos dos metros.
- Evita cobijas eléctricas, estructuras de metal en los colchones que atraen frecuencias electromagnéticas.
- Se sugiere que los niños y las mujeres embarazadas no deberían de hablar desde un celular, o bien hacerlo con unos audífonos.
- Pon un timer a tu enrutador de wi-fi, para que por las noches se apague.
Si bien, en un mundo moderno es difícil quitar todo lo electrónico, al menos tratemos de reducirlo en lo posible y más…mientras dormimos.