En vacaciones mi padre solía echarse un clavado en una alberca y permanecer sumergido hasta que el aire se le acababa. Después giraba sobre la espalda y se quedaba flotando un buen rato, mientras gozaba la sensación del líquido que envolvía su cuerpo. ¡Ah!, cuánto disfrutaba la calma del momento; parecía desconectarse de la realidad, del estrés y de los ruidos del exterior, para adentrarse a un mundo propio de calma y paz que le renovaba el ánimo. Lo vi repetir ese ritual cada vez que se presentaba la oportunidad de sumergirse.

Pocas cosas tan sanadoras para el alma, el cuerpo y la mente como el agua. Pareciera que cuando la mente divaga o se relaja, como sucede en o cerca del agua, las soluciones afloran. Muchos lo hemos comprobado al resolver alguna preocupación debajo de la regadera, al hacer laps en una alberca, o bien, al caminar en la playa junto al mar.

Es un hecho que, quienes tenemos el privilegio de tener agua sólo al abrir el grifo, no apreciamos su valor real y damos por sentada su existencia. Soslayamos la realidad de que el agua potable en el mundo es tan escasa que un día se cotizará a precios exorbitantes en Wall Street.

¿Alguna vez te has quedado sin agua? Todo, pero todo, se complica. Queramos o no, somos seres “acuáticos” o “hídricos”, y no sólo en un aspecto recreacional, sino de supervivencia. El agua da origen a todo, es el elemento más importante para la salud y la vida, dentro del cuerpo y en el planeta Tierra. Para sobrevivir es importante ser conscientes de las reservas de agua en el planeta.

Imagina que la Tierra es del tamaño de una pelota de básquet-ball ; ahora imagina que el agua que contiene es del tamaño de una pelota de ping-pong y que el agua dulce de la que los seres humanos podemos disponer hoy en día es del tamaño de ¡un grano de maíz! Sí, así de pequeña es la reserva de agua dulce y limpia en el planeta, de acuerdo con el Instituto Geológico y Minero de Estados Unidos.

Me parece interesante saber que el agua forma alrededor de 75 por ciento tanto de nuestro cuerpo como del planeta. Pero ojo, ¿sabías que una gota de agua de lluvia que se filtra en las entrañas de la Tierra, vuelve a surgir nuevamente a la superficie después de un periodo de entre cien y mil años! Eso significa que estamos en riesgo de que ese líquido vital deje de ser renovable, debido a la explotación y contaminación que hemos producido de la poquísima agua dulce y potable que queda.

Sobra decir que el agua es la base de todo el sistema mundial alimentario y de desarrollo, entre otros. ¿Te imaginas lo que hubiera sido de este mundo y la pandemia sin agua para lavarnos las manos mil veces al día?

¿Por qué tomar ocho vasos de agua? Porque no hay computadora en el mundo que pueda igualar en el cuerpo los procesos metabólicos, de absorción, reparación, eliminación, transporte y que ocurren en nuestro interior a cada segundo gracias al agua que le damos.

Además, podríamos decir que la belleza externa sólo es un reflejo del orden y la belleza interna. Si tu cuerpo tiene agua suficiente, tus ojos brillarán más, tu piel será más elástica y tus órganos funcionarán en niveles óptimos.

Cada 22 de marzo, celebramos el Día Internacional del Agua, con el único propósito de hacernos más conscientes de cuidarla.

El agua es bendita: dentro, fuera, cerca de ella, en la piel, tomada, disfrutada, dulce o salada, sana de manera prodigiosa y sus efectos se extienden a todas las áreas de nuestra vida. Como dice el dicho: “Muchos han sobrevivido sin amor, pero ni uno solo sin agua”.

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