A la memoria de Homero Gómez González y
Raúl Hernández Romero
Antes del amanecer un grupo de amigos partimos a caballo para alcanzar los 3 mil metros de altura de los bosques de pino y oyamel que se encuentran en el Estado de México.
Después de algunas horas llegamos al santuario. En silencio desmontamos para continuar a pie el resto del camino, para estar presentes en el momento en que el sol tocara cada árbol y despertara a las miles de mariposas monarca que descansaban unas sobre otras, para protegerse del frío.
Ahí, en ese lugar me di cuenta de que decir “santuario” no sólo es una palabra; significa sentir el privilegio de estar en un lugar sagrado de la naturaleza. Ver el lento aleteo de una, otra y luego otra mariposa o “hija del sol” –como la llaman los mazahuas–, hasta que todas se convirtieron en una nube viva y naranja fue una escena prodigiosa.
Es por eso que indigna en lo profundo saber el asesinato de dos defensores de dichos santuarios, especie que además de su belleza, poliniza a unas 1,400 especies de plantas y amenaza con pasar a formar parte de la lista interminable de las maravillas del mundo en extinción.
Imagina caminar ¡480 millones de kilómetros!
Las Monarca pueden viajar hasta 4 mil kilómetros, durante 25-33 días que dura su travesía; eso significa alrededor de 120 kilómetros diarios. “Si una mariposa cubre una distancia de 4 mil kilómetros desde Canadá hasta México, la distancia equivalente a ser cubierta para un ser humano sería la friolera de ¡480 millones de kilómetros!” comenta el biólogo Jürgen Hoth para la revista Ciencias de la UNAM, 1995.
Las mariposas Monarca que llegan a México tienen el record de longevidad –unos ocho a diez meses de vida– y se alimentan del néctar de las flores –en especial asclepias o algodoncillos– a lo largo de todo su camino. La que llega a nuestro país es la quinta generación a la que se le conoce como generación migratoria. Las cuatro anteriores, nacidas en Canadá o el norte de Estados Unidos, sólo pueden vivir de cuatro a cinco semanas y nunca viajan. Las que nacen durante septiembre y octubre –la quinta generación, es la que migra a México y logra sobrevivir unos ocho meses, para después emprender durante febrero y marzo, el vuelo de regreso al norte.
Salvemos a las Monarca
Durante los años noventa, 19 hectáreas de Michoacán y el Estado de México se cubrían de mariposas monarca. En los últimos años, las mariposas han llegado a cubrir ¡menos de una hectárea! ¿Las razones?
Las mariposas ya no tienen dónde alimentarse y descansar en su trayecto entre Canadá y Estados Unidos. Los campos han sido modificados por empresas como Bayer-Monsanto, que han eliminado las plantas de algodoncillo o pasionaria, de lo que se alimentan las mariposas, en especial las orugas, y lo sustituyeron por plantíos de semillas genéticamente modificadas, tolerantes a herbicidas y llenos de químicos. Muchas de ellas llegan a nuestro país en estado de inanición.
En México, la intensa deforestación por la tala ilegal, el cambio de uso del suelo e incendios forestales, la expansión de la agricultura, las especies invasoras y plagas, así como la minería. Y, por último, las malas prácticas turísticas y la falta de educación ambiental.
Si queremos que nuestros hijos y nietos vuelvan a tener ese gran espectáculo que es el arribo de millones de mariposas monarca a nuestro país, exijamos a nuestro gobierno la salvaguarda de las áreas protegidas y la seguridad y protección de personas entusiastas de cuidarlas como lo fueron Homero Gómez y Raúl Hernández, defensores de los santuarios de la mariposa Monarca, quienes lamentablemente fueron asesinados en los últimos días.