Soy mujer, mexiquense, ingeniera y cocinera solar. En 2010 ingresé a la UNAM a través del Colegio de Ciencias y Humanidades, plantel Azcapotzalco. Entrar a un laboratorio o tener acceso a una biblioteca era algo totalmente nuevo y fascinante, por lo que estaba dispuesta a cruzar el Estado de México y el entonces Distrito Federal durante cuatro horas diarias con el puro pasaje.

Desde el primer día me supe orgullosa de pertenecer a la Universidad; sin embargo, como estudiante de la periferia, mujer de piel morena, de bajos recursos, perteneciente a una localidad urbano-marginada con un alto nivel de rezago y deserción escolar, no sería fácil; lo único con lo que contaba era con un gran ímpetu y ganas de aprender, pero no era la única, ahí conocí el éxodo mexiquense.

Desde el primer semestre me vi apoyada por becas de excelencia, sin ellas me habría sido muy difícil conocer un museo o ir a una obra de teatro. Además de ayudarme a solventar gastos, esto me motivó a mantener un buen promedio y estar cada año entre los estudiantes más destacados de la generación.

Pronto, la experiencia del CCH terminó. Elegí la carrera de Ingeniería en Energías Renovables —nueva en aquel tiempo— en parte por mi gusto por el cálculo y el cuidado del medio ambiente y porque sabía que quería un reto más grande: los prerrequisitos de ingreso me pondrían a prueba y ¡lo logré! Tuve que mudarme para empezar mis estudios en el campus Morelos. Ahí me enfrenté a un salón lleno de estudiantes brillantes de todo el país; ya no me sentía la más destacada, me sentía insegura y nerviosa, pero emocionada. A pesar de la carga académica, no hubo momentos en los que quisiera desertar: rendirme ante el sacrificio de mis padres y mis hermanos nunca fue una opción.

Afortunadamente, en el IER encontré una familia y fui formada por investigadores e investigadoras del más alto nivel. En 2019 me titulé con la tesis Diseño, dimensionamiento y análisis de factibilidad técnica de un sistema de biodigestión para una granja lechera en la zona ganadera de Metepec, Hidalgo. Este trabajo surgió de mi interés por la bioenergía y su importancia en el combate al cambio climático a través de fuentes sustentables de energía, donde convergen desde la ingeniería, hasta las ciencias sociales para ofrecer soluciones de alto impacto e integración en la sociedad. Además, con él obtuve el primer lugar del Premio AFIRME-FUNAM 2021 2.a edición, en la categoría de Tesis de Licenciatura.

El aprovechamiento de la biomasa y la sostenibilidad en la cocción de alimentos son mis principales líneas de investigación, siempre con el compromiso de retribuir y seguir generando oportunidades para las comunidades más precarias. Actualmente curso la maestría del posgrado en Ingeniería en Energía, en el área de Sistemas Energéticos, y mi trabajo de tesis está enfocado al aprovechamiento de residuos en la producción del mezcal para la generación de energía. En el futuro espero ser la primera persona con estudios de doctorado en mi familia.

Finalmente, agradezco la labor de Fundación UNAM que, en conjunto con la acción de otros organismos públicos y privados, hace que personas como yo tengamos este espacio y que el esfuerzo no se quede en buenas intenciones, sino que a través de programas de financiamiento y apoyo desde el bachillerato hasta el posgrado, la ciencia sea hecha por y para todas y todos.

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Estudiante del posgrado en Ingeniería en Energía

 

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