El mundo continúa hablando de la pandemia de Covid-19 mientras olvida las lecciones que debíamos tener presentes: 4 mil millones de personas carecen de acceso a servicios esenciales de salud y mil millones más enfrentan problemas financieros por los costos que les generan este tipo de cuidados.

Estamos a sólo unos días de que se realice la Reunión de Alto Nivel sobre Cobertura Sanitaria Universal en Naciones Unidas. Esa misma semana se discutirán también los enormes retos que atraviesa el mundo en la preparación y respuesta frente a las pandemias, así como en erradicar la tuberculosis. Las 3 reuniones constituyen la oportunidad para que los líderes globales se comprometan a traducir las declaraciones políticas en leyes, presupuestos y políticas para lograr la cobertura universal de salud, en sintonía con los acuerdos que se alcancen.

La publicación científica The Lancet convocó a una conferencia virtual sobre las expectativas que podemos tener acerca de la Reunión de Alto Nivel en la ONU sobre Cobertura Sanitaria Universal. Los datos expuestos demuestran que los gobiernos no han invertido lo suficiente y que, a pesar de que muchos reconocen el derecho a la salud como un objetivo, la realidad es que muy pocos han desarrollado las estrategias y políticas que se necesita para hacerlo realidad.

El primer paso que propone la Organización Mundial de la Salud es la implementación de la atención primaria como la base para fortalecer los sistemas de salud nacionales. Existen datos tan precisos como contundentes: el 90% de los servicios esenciales de salud pueden proveerse a través de un sistema de atención primaria que, a nivel global, salvaría 60 millones de vidas.

Para un país como México, es imposible entender un sistema de salud centralizado y ajeno a la vida federalista que determina nuestra Carta Magna. Con el agravante de que estaría muy lejos de las comunidades rurales que viven en condiciones de mayor pobreza y marginación. El problema conceptual surgido de algunas conversaciones sobre atención primaria es que no queda claro cómo se vería en términos de política pública, ni los alcances que pudiera tener.

Si México contara con centros de salud capaces de proveer atención primaria de salud podría, en primer lugar, generar campañas de prevención —entre las que se encontrarían los programas de vacunación— e información que atendieran las causas de las enfermedades que más afectan a nuestros hogares y que están relacionadas con malos hábitos como son la hipertensión, la obesidad y la diabetes.

En segundo lugar también serían espacios para un diagnóstico oportuno, y por último, en muchos casos pudieran ser la posibilidad —que hoy no tienen 50 millones de mexicanos— para acceder a un tratamiento.

En este diseño del sector Salud las comunidades y los gobiernos locales tienen un papel indispensable. Para que la atención primaria pudiese alcanzar incluso enfermedades más complejas, es preciso identificar cuáles tienen mayor prevalencia en la localidad. Existen experiencias en África donde se han salvado más mujeres en casos de cáncer cérvicouterino y destacan la disminución de casos de VIH, como resultado de políticas de salud cercanas a la gente.

México tiene que convertir el texto constitucional en una realidad para todos. La salud no puede ser el privilegio de unos cuantos. Espero que las buenas prácticas y el intercambio que se debata en el seno de las Naciones Unidas brinde a nuestro país más claridad y estrategia, más inclusión y sinergias, y sobre todo, mejores resultados para las familias mexicanas.

Suscríbete aquí para recibir directo en tu correo nuestras newsletters sobre noticias del día, opinión, y muchas opciones más.
Google News

TEMAS RELACIONADOS