Mucho se ha escrito sobre la crisis —trágicamente ahora convertida en guerra— en Ucrania. Este conflicto se asoma desde 2014 cuando Rusia se anexó Crimea; en ese momento varios países implementaron sanciones contra Rusia y algunos de sus actores más relevantes.
Durante estos ocho años mucho ha pasado: Rusia aprendió a vivir bajo las sanciones y desarrolló las industrias que necesitaba, Estados Unidos (EU) mantuvo las tensiones con Rusia al mismo tiempo que modificaba su política exterior convirtiéndose en un crítico fuerte de la OTAN, la Unión Europea (UE) se ha dividido con el Brexit dejando pocas esperanzas en la OTAN tal como dejó ver el presidente Macron, diciendo que la organización sufría de muerte cerebral.
Ucrania recibe numerosas muestras de solidaridad, pero no es evidente que obtenga apoyo militar desde otros países. Las sanciones ya no detienen las guerras ni derrocan regímenes. Mientras gran parte del conflicto inició por la posible incorporación de Ucrania a la OTAN, no está claro que sus miembros vayan a la guerra por defender la integridad territorial ucraniana. Las decisiones del Presidente ruso han sido calculadas, las de las potencias “occidentales” no. No está claro si Rusia se detendrá al derrocar al gobierno de Ucrania, pero las crisis que se desprenden de este conflicto apenas se asoman, de entrada, las consecuencias económicas serán más serias de lo que imaginamos.
EU mira este conflicto desde la distancia y probablemente se beneficie de la venta de armamento, los costos que podría asumir son mucho menores que los que sufre Ucrania o el resto de Europa. La UE se mantiene unida pero con incentivos y consecuencias muy distintas entre sus miembros; Alemania tendrá problemas para abastecerse de gas, los países bálticos sentirán una mayor amenaza, y otros prepararán sus fronteras frente a una crisis humanitaria. Hace pocos años la UE se decía en crisis por haber aceptado a un millón de refugiados que huían principalmente de Siria. ¿Qué hará ahora la UE cuando se estima que podría llegar a 5 millones de personas que requieran protección humanitaria?
Hace unos días, el Secretario General de la ONU reconoció que se equivocó ya que nunca pensó que algo serio podría suceder en la región. Las declaraciones del secretario Guterres se han endurecido, pero aún así el Consejo de Seguridad ha sido incapaz de prevenir y frenar la guerra y el sufrimiento de las víctimas. Lo mismo ha pasado con otros conflictos, el Consejo de Seguridad se encuentra estancado. La ONU fue creada tras la Segunda Guerra Mundial apostando por el multilateralismo como el mecanismo idóneo para lograr la paz. Durante la pandemia fracasó el multilateralismo, no se logró una respuesta global y coordinada. Y ahora la guerra en Ucrania evidencia aún más la crisis en la que se encuentra el multilateralismo, una crisis que podría ser su fin.
Lo que sucede en Ucrania también repercute en México. En política exterior, ocupamos un lugar en el Consejo de Seguridad lo que nos obliga a fijar posturas contundentes, no sólo por nuestros principios, también por nuestros históricos intentos por lograr la reforma de ese órgano. En materia económica, los precios de los combustibles incrementan y podrían agravar la inflación así como la escasez de algunos productos.
Sabemos cómo empezó este conflicto pero es difícil predecir cómo terminará. El mundo regresa a las profundas divisiones sin que existan grandes liderazgos capaces de reconstruir el diálogo que tanta falta hace.