Boris Johnson, el Primer Ministro del Reino Unido renunció el 7 de julio después de una serie de dimisiones en su gabinete. Podemos pensar que Johnson ya gozaba de tiempo extra después de haberse filtrado información y fotografías de fiestas organizadas por el Primer Ministro durante la pandemia. Estas fiestas se documentan entre mayo de 2020 y abril de 2021, momentos en que la gente vivía bajo un estricto confinamiento y durante los primeros meses ni siquiera podían salir de sus hogares.

La policía británica ha documentado y sancionado a decenas de personas por las fiestas en el número 10 de Downing Street, la residencia oficial del Primer Ministro. Además, esta práctica se reprodujo en otras oficinas gubernamentales del Reino Unido mientras la población no podía reunirse con más de 6 personas en espacios abiertos.

En Finlandia, Sanna Marin, la Primer Ministra —y la más joven jefa de estado en el planeta— enfrenta intensos debates en su país a propósito de un video filtrado la semana pasada que la muestra bailando en una fiesta privada con un grupo de amigos. Por lo que muestra el video, pareciera que la Primer Ministra había tomado alcohol, pero en ningún momento se observa alguna escena que comprometiera su responsabilidad.

Las reacciones en Finlandia han sido interesantes: mientras los conservadores acusaron a Marin de haber consumido drogas (los resultados de esos análisis fueron negativos), las mujeres han mostrado enorme solidaridad publicando sus propios videos bailando y denunciando la doble moral con la que generalmente se juzga a las mujeres. El debate continúa por una fotografía donde dos mujeres se besan en un baño de la residencia oficial de verano finlandesa.

Los políticos de todo el mundo se esfuerzan por parecer gente “normal”, según lo que entienden ellos o sus asesores; contratan especialistas que les indiquen cómo generar empatía y mejorar su aprobación, vemos gobernantes de varios países que se esfuerzan y bailan acartonados en eventos populares y se publican fotografías donde un brindis en un evento oficial o social es bien evaluado. A Marin ahora se le pretende descalificar profesionalmente por ir de fiesta a pesar de que es la Primera Ministra que pudiera lograr la incorporación de su país a la Unión Europea.

¿Dónde termina la responsabilidad pública y comienza la vida privada de los gobernantes?

El criterio más elemental es el cumplimiento de la legislación. Johnson violó la ley y las normas del confinamiento que él mismo impuso, pero Marin no quebrantó norma alguna. De aquí se desprende otro criterio importante: los políticos y gobernantes no pueden utilizar recursos públicos en su vida privada o incluso en su agenda política personal; además sus gastos (y los de su familia) deben ser coherentes con su realidad salarial.

Los horarios de trabajo y el uso de los fines de semana se encuentran en un área gris más difícil de evaluar, ¿los gobernantes tienen derecho a fines de semana, días de asueto y horarios de trabajo? Sabemos que la responsabilidad de gobernar demanda atención en cualquier día y hora pero, ¿tienen derecho al tiempo libre?

El debate finlandés abre aún más preguntas complejas. ¿Existe una forma adecuada de comportarse? ¿Y de vestir? ¿La vida privada de los gobernantes afecta de alguna forma la imagen del país o su desempeño profesional? Así como la discusión continúa en torno a Marin, espero que en México pueda debatirse y regularse para tener mejor escrutinio y reglas más claras rumbo al 2024.

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Presidenta honoraria de la Unión Interparlamentaria

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