Nunca fue un secreto la aversión del Presidente a asistir a eventos fuera de México. Por el contrario, si en algo ha sido consistente es en repetir que “la mejor política exterior es la política interior”. Incluso ha utilizado los foros internacionales para dar mayor visibilidad a su discurso y políticas domésticas, como sucedió durante su participación en el Consejo de Seguridad de la ONU. Una de las muy contadas ocasiones en que ha abandonado territorio nacional.

La decisión de priorizar la política interior podría haber fortalecido a la Secretaría de Relaciones Exteriores como la representación más importante de México y, en consecuencia, la Cancillería debió reaccionar de forma diferente, pero el secretario Marcelo Ebrard nunca entendió la responsabilidad que implicaría que AMLO no viaje al exterior. Ebrard tuvo la oportunidad de asumir el liderazgo y la responsabilidad de la agenda global de nuestro país, así como su adecuada implementación. No sólo por ser un mandato legal sino hasta como la oportunidad política que ahora le hace tanta falta.

México es un equipo competitivo cuando tiene buena dirección y estrategia, porque somos una de las economías más grandes del planeta, contamos con extenso territorio lleno de recursos naturales y una población capacitada y productiva. Sin embrago, quien debe dirigir la política exterior tomó decisiones personales sin importar las consecuencias para México.

No supo ver por su equipo: en lugar de colocar a amigos en las representaciones diplomáticas debió consolidar a las nuevas generaciones en el Servicio Exterior Mexicano. En lugar de pelear juicios razonables, convirtió la lucha por el control de armas en una pelea mediática en la que no ha obtenido una sola victoria. Y en lugar de cuidar los preparativos de las reuniones en nuestro país prefiere irse a placear al Mundial.

El marcador es adverso para el equipo México, hemos perdido al menos 3 candidaturas relevantes. Primero enviamos un candidato a competir por la OMC que fue dinamitado por su propio equipo: Seade no tenía oportunidad alguna porque mientras hacía campaña, aquí se le exhibían irregularidades en la compra de boletos de avión. Más adelante la Directora del INMUJERES compitió por la OPS y perdió contra Brasil; el único recuerdo de esa contienda fue la presencia del Subsecretario Gatell pidiendo —en forma poco decorosa— un recuento “voto por voto”. Y durante los últimos días nos enteramos del terrible procesamiento de la candidatura mexicana para encabezar el BID; una vez más nuestra candidatura —surgida de último momento por la caída de la primera— obtuvo terribles resultados contra un Brasil que parecía dividido por su reciente proceso electoral.

Brasil 2-México 0 es el resultado de contar con una diplomacia sin una cabeza en la Cancillería que defina objetivos claros. Mientras Brasil permanece unido en su política exterior, en México no se apoya a los candidatos así sean propuestos por el mismísimo Presidente. Mientras Brasil destina importantes recursos en su agenda prioritaria, México deja solos a sus goleadores en las contiendas por altas posiciones en instancias globales. Mientras Brasil define estrategias internacionales con visión de estado, nuestro Canciller se ve demasiado discreto en el apoyo a nuestros seleccionados.

Es imposible conseguir resultados positivos si no se han trabajado. Para ganar una contienda internacional es indispensable que nuestro equipo esté bien preparado y unido, que tenga dirección y estrategia, y que cuente con un plan de trabajo incluyente que refleje las necesidades de los países que deciden. México no puede esperar que se reconozca nuestro liderazgo si quien nos representa continúa apostando por proyectos personales en lugar construir las prioridades nacionales.

Presidenta honoraria de la Unión Interparlamentaria
 

para recibir directo en tu correo nuestras newsletters sobre noticias del día, opinión, Qatar 2022 y muchas opciones más.