“La verdad incómoda”. Ese es el título que da nombre al documento que horroriza nombrar: el manifiesto contra una “invasión hispana” que supuestamente fundamentó el tiroteo perpetrado por Patrick Crusius, ciudadano estadounidense de 21 años quien fue el atacante en El Paso, Texas. “La verdad incómoda” cita a “El Gran Reemplazo”, el texto publicado por el tirador que asesinó a 51 personas en dos mezquitas en Christchurch, Nueva Zelanda, poniendo de relieve que la ideología detrás de la supremacía blanca es un fenómeno internacional que se traduce en actos de terror locales.
Los supremacistas blancos del mundo encuentran terreno común en la semejanza de sus ideologías y su odio a la otredad. Sus simpatizantes se comunican día con día en páginas de internet accesibles a todo el público como 8chan (canal en donde los manifiestos de El Paso y Christchurch fueron publicados), posiblemente inspirando a otros supremacistas a replicar sus repulsivos actos en otras latitudes para acabar con los “invasores”, los migrantes y los no-blancos.
Un análisis del New York Times identificó que, tan solo desde 2011, más de 350 ataques de supremacistas blancos han sucedido en Europa, América del Norte y Australia, cuyos perpetradores estaban enlazados por contenido extremista en internet. Así, este tipo de extremismo tiene el potencial de extenderse en todo el planeta y repetir los escenarios de terror vividos en El Paso a escala global.
Sin embargo, mientras actos similares a los perpetrados en Texas son automáticamente calificados como terroristas cuando son realizados por musulmanes, aún es incierto si a Patrick Crusius se le imputarán cargos de este tipo. A pesar de que la discusión pública a su alrededor se presume como “terrorismo doméstico”, esto no implica que el atacante vaya a ser acusado bajo ese cargo ni se sabe si las autoridades texanas magnificarán este homicidio masivo al grado de terrorismo. Hasta ahora, Crusius fue acusado de homicidio calificado y se sopesa la posibilidad de presentar cargos por crímenes de odio.
La verdadera “verdad incómoda” es que desde los tiempos de campaña del actual presidente de Estados Unidos, Donald Trump, los grupos de odio en EU pasaron de 892 a 1,020. Es decir, desde 2015 hasta 2018 las organizaciones que promueven el odio racial y migratorio en el país han crecido en casi 15% en línea con los constantes ataques y señalamientos que ha hecho el Presidente.
La verdadera “verdad incómoda” es que en ningún momento las autoridades norteamericanas han hablado seriamente de acusar a Crusius por actos terroristas cuando sus acciones y su manifiesto lo demuestran.
La verdadera “verdad incómoda” es que mientras a los musulmanes se les etiqueta de inmediato como terroristas, a los supremacistas blancos se les protege a través de una narrativa que no los vincula con el terror, incluso cuando la realidad lo evidencia sin recato. La verdad incómoda es que el color de piel se impone una vez más en detrimento del no-blanco. La verdad incómoda es que el supremacista blanco permea su ideología de odio a nivel global a través de la interconectividad de internet haciendo que más de 175 personas hayan muerto en al menos 16 ataques vinculados al nacionalismo blanco en todo el mundo desde 2011. La verdadera “verdad incómoda” es que Donald Trump no se detendrá y no aceptará que estos supremacistas blancos se les llame como lo que son: terroristas; y mucho menos podemos esperar que exista un solo llamado a combatirlos y castigarlos. Pareciera que la humanidad olvidó las trágicas lecciones del siglo XX.
Lo urgente ahora es entender que esa verdad incómoda existe, llamarla por su nombre independientemente del color de piel, y de una vez por todas hacer inadmisible no solo los actos de odio y de terror, sino los discursos que los motivan, los justifican y los magnifican. Los mensajes y acciones de este terrorismo xenófobo y racista cada vez más frecuentes, deben prevenirse, perseguirse y castigarse como lo que son, una expresión de odio que se manifiesta a través de la violencia y el terror.
Diputada federal