Mientras comienza el optimismo de un posible fin de la pandemia, empiezan las tensiones económicas y políticas en distintas regiones del mundo. Algunas de las tragedias como Yemen continúan en una grave crisis humanitaria, pero ahora los reflectores apuntan a las tensiones entre Rusia y Ucrania (en la que poco se escuchan las voces de los ucranianos), Estados Unidos y China (en donde cada uno asegura nuevas alianzas en la zona del Pacífico), Corea del Norte prueba nuevos misiles, y surgen varios conflictos internos en distintas latitudes.
La economía global no logra recuperar el ritmo y dinamismo esperado, la inflación amenaza los ingresos de las familias y las cadenas de suministro no son suficientes. Del lado de la política, el Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas permanece en punto muerto frente a los vetos para avanzar en resoluciones relevantes, algunos jefes de estado viajan a Rusia, EU y China sin que veamos anuncios que den certeza sobre el desenlace de esas tensiones.
La relación entre EU y Rusia ha sido compleja históricamente, está llenas de sanciones, fuertes declaraciones y críticas constantes. Si a ello le sumamos la competencia económica y regional entre EU y China, la balanza pudiera ser más delicada. EU no ha dado muestras de tener una política exterior consistente: desde la retirada de Afganistán y la crisis con Francia, hasta una gestión migratoria que niega todas las promesas que hizo Biden en su campaña. Del otro lado del planeta, Rusia ya demostró su interés en Ucrania y en preservar el status quo en su región; China no sólo cuida su situación actual, sino que amplía su presencia en toda la región distanciándole de algunos de sus vecinos más importantes como India, Australia y Japón que se han acercado más a EU a través de AUKUS.
La geografía impone también las definiciones estratégicas. EU se encuentra demasiado lejos de Ucrania (física y políticamente, lo que fue evidente en las declaraciones de Biden), pero para Europa la situación es distinta; una amenaza a Ucrania es vista como un riesgo para muchos de los países que colindan con Rusia. Para Europa, Rusia es su vecino, no hay océanos de por medio.
Una de las variables más complejas para Europa radica en sus necesidades energéticas, un tema fundamental para Alemania que depende de manera importante en la compra de gas a Rusia. EU ha buscado alternativas para surtir gas a la región e incluso ha mencionado la cancelación del proyecto Nord Stream 2 si Rusia cruza la frontera de Ucrania (propuesta que no se alinea con voces muy relevantes en la política alemana que sí apoyan su construcción). Europa y EU no se dividirán, pero tienen intereses y riesgos muy distintos frentes a un posible conflicto.
Por parte de Rusia, si bien en el corto plazo pudiera perder ventas de gas, resultaría atractivo anexarse Ucrania ya que de acuerdo con algunas proyecciones, esto pudiera incrementar su PIB en 2%. Rusia ha logrado mucho en el terreno diplomático, no está claro si existe una ruta de negociación o si las tentaciones son demasiado atractivas. Por ahora Rusia cuenta con una mayor cercanía a China, la posibilidad de armar un bloque frente a Occidente y Francia le ha ofrecido un nuevo esquema de seguridad regional.
En México —que tiene un asiento en el Consejo de Seguridad de la ONU— se ven más frecuentes las visitas del gobierno norteamericano. ¿Habrá algo más que cambio climático en esas conversaciones? El tiempo le dio la razón a México cuando se votó la invasión a Irak, ¿qué postura tomaremos ahora?