La LXV Legislatura que inició el miércoles es el primer eslabón de una cadena que conduce a la declinación de la 4T. Esto no ocurrirá por oposición a sus buenas intenciones, sino por las malas artes de su política antidemocrática. Un proyecto populista no puede pensarse a sí mismo sin la acumulación progresiva de todo el poder. No puede tolerarse a sí mismo sin lo que, en su jerga política y académica, sus ideólogos conciben como la “unificación del todo”, del pueblo hecho un sólido bloque hegemónico con su líder. Las elecciones del 6 de junio serán recordadas porque contradijeron el requisito indispensable para el mito populista. Sin el incremento de la mayoría hasta hacerla abrumadora el populismo desbarra en la cuneta del camino y palidece ante los ejemplos históricos en los que se retrata y que él mismo se ha inventado. La contradicción del mito se da en la afirmación electoral de la pluralidad. De no ser por ese girón autoritario que es la sobrerrepresentación en el Congreso, Morena tendría 47.8 por ciento de diputados en vez del 55.6 por ciento que le han sido asignados.

La fracasada consulta popular del primero de agosto y el empecinamiento en realizar un torcido ejercicio de reafirmación de mandato son el caldo en que se cuece el deslave del proyecto obradorista. Se perfilan dos criterios diferentes dentro de quienes deciden en Morena: la negociación o la del mayoriteo a toda costa. Una punta de este iceberg lo estamos viendo en la gestión del mal llamado revocatorio. Se equivocaron los partidarios de la democracia en aceptar en la Constitución figuras de democracia directa en un contexto de dominación de un populismo con proyecto hegemónico. Al haber permitido que se introdujera la revocación de mandato no previeron o fueron cómplices de que éste se usara para engrandecer el poder presidencial cuando no lo necesita y de privar a la sociedad, en la práctica, de un mecanismo ideado para ponerse en marcha por iniciativa de la ciudadanía, no del gobierno ni de los partidos. En caso de activarse en esta ocasión, la recolección de firmas que requiere la medida será otra farsa más por la simple razón de que no hay evidencia alguna de un clamor representativo del 3 por ciento de la lista electoral en diecisiete entidades federativas para retirar del cargo a AMLO. La mayor parte de la oposición le reclama políticas erradas, pero no que termine su mandato; el presidente tiene una aprobación superior al 50 por ciento. Su gobierno, en cambio, no tiene la misma aprobación, pero todo parece indicar que seguirá haciendo lo mismo (lo poco bueno y lo mucho malo) y que el revocatorio será un reafirmatorio ordenado desde el Ejecutivo.

Paralelamente, en la agenda legislativa está latente algo más que proyectos e iniciativas. Al populismo despótico le urge hacerse de una megabancada comprando, extorsionando o torciendo voluntades de legisladores de oposición. Sin esa megabancada se antoja imposible que los tres proyectos constitucionales anunciados por López Obrador tengan futuro: controlar al INE y hacer una reforma del congreso que favorezca a la mayoría y disminuya la representación de las minorías, absorber la guardia Nacional en el ejército y regresar al monopolio energético del siglo pasado. A la oposición le corresponderá impedir que se forme esa megabancada, cuyo propósito sería controlar dos tercios del Congreso y sin la cual la megalomanía del presidente no se puede concretar. La oposición pasará la prueba de la ignominia. O mantiene la pluralidad o sucumbe a la corrupción política orquestada desde el Palacio. Si la oposición no impide esa megabancada, el resultado será la instauración de un remedo de la antigua hegemonía priista, la consolidación de la militarización de la seguridad civil y el fortalecimiento de las capacidades estatales equivocadas, no de las que se podría pensar que un gobierno progresista reforzaría. En cambio, si se impide el avance de la concentración antidemocrática del poder, el deterioro de la 4t se acelerará y las posibilidades de alternancia para la oposición en 2024 aumentarán. De otro modo, la putrefacción de la estructura política del país perdurará bajo pronóstico reservado.

Investigador del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM. @pacovaldesu

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