Los acontecimientos de las últimas 2 semanas han sido de los más graves de nuestra historia reciente. No pueden minimizarse sus consecuencias. No recuerdo que los encabezados de la prensa internacional de Nueva York a Dubai nos hayan dado una exhibición de desprestigio más despiadada por nuestra incompetencia gubernamental.

Para aislarme de esta vergüenza, tuve oportuna invitación para participar en la reunión de Coparmex por sus 90 años, excelente espacio de reflexión sobre los grandes temas de la Agenda Nacional, ¡bajo un principio general, ningún país puede prosperar en la confrontación! Me tocó exponer sobre el tema: ¿Cómo acelerar el crecimiento con igualdad?, dos de los grandes retos de nuestro tiempo. Están vinculados. La Cepal dice: “hay que crecer para igualar, igualar para crecer”. Resumo algunas ideas que formulé.

¿Dónde estamos en México? Hemos bajado rápidamente del “estancamiento” a una economía “que se va a pique”. Los pronósticos de crecimiento hace algunos meses eran de 2%, ahora es -0.2%. Como causa fundamental de la debacle, la inversión pública lleva 8 años de crecimiento negativo, este año -14%. Para el año próximo el PIB crecerá al 1%, si bien nos va. Los “motores” económicos están fríos o apagados: exportaciones, consumo, inversión pública. Todo dependerá de los ambiciosos programas anunciados de la inversión privada. Se darán con la desconfianza y la polarización prevaleciente (?)

Somos uno de los países más desiguales, en el continente más desigual, América Latina. En México, el “1%” más rico (famoso en E.U.) absorbe el 20% del ingreso. En la riqueza, donde hay todavía mayor desigualdad, el 10% más rico absorbe el 60%, como en USA y Chile. El salario representa el 27% del ingreso nacional, el capital 73%. Afortunadamente la “inconformidad” se ha manifestado por votos y no violencia en las calles. ¿Hacia a dónde vamos? El presupuesto cuadra “contablemente”, para tranquilidad de los mercados: superávit primario, deuda, inflación, pero no en la realidad económica. Tiene evidentes insuficiencias y presiones de gasto en seguridad, salud, participaciones a Estados y municipios, etc. ¿Qué escenarios para ajustar? El espacio para la “austerocracia” se agotó, la “administración pública” se desfonda, se están rompiendo las alcancías (fondos de reservas). Si rebasamos las metas fiscales, las calificadoras nos crucifican, con un Pemex ya de por sí vulnerable. ¡La respuesta es que la 4T se derrumba si no hay una reforma fiscal de gran calado, que no aguanta hasta 2022!

Acelerar el crecimiento requiere un nuevo andamiaje institucional: un Acuerdo Nacional para Acelerar el Crecimiento a 4%, sustentado en un gran Programa de Inversiones y en la creación de un Consejo Económico y Social. De allí debe surgir un Pacto Fiscal negociado, equilibrado, con el sector privado y con fines de gasto definidos. Un Consejo Asesor Fiscal que aporte un “menú” de opciones. Para reducir la desigualdad eficazmente, además de educación, empleo y salarios, se requiere impuestos redistributivos y transferencias sociales. El Programa Social del gobierno es bien intencionado, pero clientelar, fragmentado, tanto “pensiones de personas mayores”, como “siembras de árboles”, y es insuficiente. Se requiere un Sistema de Bienestar Social “estructurado”: 1) un Seguro de Salud universal para todos los mexicanos financiado por impuestos generales (Levy); 2) un Seguro de Desempleo y una Reforma a las Pensiones, que es una “bomba” de tiempo. Ello, junto con el Programa de Inversiones para el Crecimiento, es la justificación de la reforma fiscal. Con ello la 4T sí pasaría a la historia.

Todo lo anterior requiere “un alto en el camino”. Reflexionar sobre lo ocurrido el primer año, rectificar el rumbo a fondo, sustituir ministros incompetentes, aplicar nuevas políticas para el 2020, antes que sea tarde, y la economía pueda entrar en crisis.



Exembajador de México en Canadá.
@suarezdavila

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