El tan esperado Programa de Recuperación Económica del Presidente y sus secuelas no fue un “programa”, sino un informe deshilvanado de acciones fragmentadas en curso, adornado de lugares comunes. Reflejo de la incapacidad y nula sensibilidad ante la crisis monumental que enfrentamos.

Parece maldición gitana: AMLO atrapado “inconscientemente” por su propia versión del “neoliberalismo” que tiene amarrado a su esforzado secretario de Hacienda. Hay que recordar que los mandamientos que encarnan el neoliberalismo son: Achicarás al Estado (salvo Pemex), privilegiarás la estabilidad sobre el crecimiento, mantendrás el equilibrio fiscal, no te endeudarás, abrirás tu comercio exterior subordinándote a EU. Los aplica con fervor. Es cierto que el antiguo neoliberalismo fracasó con su “estancamiento estabilizador” de 2% anual durante el milenio. ¡Pero él lo sublimó con 4 trimestres negativos y un resultado de -0.1% para 2019!

El mundo está cambiando dramáticamente como frente a la Gran Depresión de 1929 con el New Deal y su política “contracíclica”. Bienvenido Keynes con programas de envergadura en todos los grandes países, aún los de América Latina, fiscalmente expansionistas, sustentados en financiamiento deficitario y deuda para aumentar el gasto de 5 a 20% del PIB y bancos centrales comprometidos con el empleo con medidas heterodoxas de inyección de liquidez.

Deben aprovecharse estas acciones y lo que están proponiendo en México diversos grupos como el CCE, Nuevo Curso de Desarrollo, que no se escuchan y, ¿el sensato documento de Ramírez Cuéllar?

1) El apoyo fiscal adicional debe ser de gran impacto, del orden de 5% del PIB, más de $1 billón, incorporado en un verdadero Programa dentro de un Acuerdo Nacional que evalúe y dé seguimiento, vinculado a un Presupuesto de Emergencia para lo nuevo y reorientar lo viejo. No con megaproyectos absurdos, sino pequeños de rápida ejecución. Ello requiere un déficit financiado por deuda interna y externa, pero sobre todo, como novedad, por financiamiento directo del Banco de México al gobierno, como lo hace ahora el Banco de Inglaterra y la FED.

2) Indispensable apoyar empresas para rescatar la planta productiva y el empleo. Una medida universalmente socorrida es diferir el pago de ISR y cuotas del Seguro Social 3 meses; acelerar pagos del sector público a sus proveedores; desarrollar programas de compras a los sectores más afectados. Alemania e Inglaterra subsidian un porcentaje del sueldo a empresas que retienen a su personal. Iniciar un Seguro de Desempleo temporal.

3) Aprovechar el poderoso instrumento que es la banca de desarrollo que Concamin justificadamente pregunta: “¿Dónde está?” Incrementar sus recursos con líneas Banxico como instrumento parafiscal complementario del Presupuesto, bajo la responsabilidad de la SHCP, armando programas para los sectores más afectados como el turismo, privilegiando a las mipymes, operando directamente y con la banca comercial, otorgando garantías o créditos blandos.

4) El apoyo a familias debe significar crear una “estructura de programas” que garanticen un ingreso básico, a través de transferencias directas a diferentes grupos vulnerables, como el actual de adultos mayores, pero uno nuevo más general para personas no atendidas por mecanismos existentes, como autoempleados, con un salario mínimo por 3 meses, con un padrón validado y reglas claras.

¿Cuál es el escenario? La crisis de salud irá “in crescendo” por el número de muertes, colas en los hospitales, carencia de médicos y medicinas. En lo económico, el PIB puede desplomarse alrededor de 10% en 2020, caída trimestral de 20%. Un gobierno que oscila entre lo ridículo y la inacción, polarizando al país, propiciando irritación y descomposición social manifiesta, saqueos por hambre, rebelión de causantes. Vamos directo al despeñadero. ¿Hay algo que pueda sacudir al Presidente y a su “corte” para cambiar rumbos, antes que sea demasiado tarde?

Exembajador de México en Canadá.
@ suarezdavila

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