La “quiebra fiscal” del Estado Mexicano la defino como su incapacidad de generar los suficientes recursos vía impuestos, para cumplir las necesidades de un Estado moderno y hacer frente a los reclamos mínimos de bienestar de su población.

Esta situación no es nueva, es endémica a lo largo de nuestra historia. Desde la 1T, la Independencia, se dice, “nacimos endeudados”. Matías Romero, gran ministro de Hacienda de Juárez en la 2T, en uno de los más brillantes análisis de la situación de nuestra hacienda pública, su famosa Memoria de Hacienda de 1870 escribió: “La cuestión vital de México ha sido desde el establecimiento de su independencia la hacendaria. Ante ella han fracasado las inteligencias más privilegiadas, los gobiernos más sistemados... Ello constituye un mal crónico que a muchos ha parecido incurable y se ha visto como la gangrena que acabará por carcomer y destruir la nacionalidad mexicana”. ¡Sigue vigente!

En la actualidad nos encontramos en una situación peligrosa en las profundidades de un perverso círculo vicioso, la economía no crece porque no hay inversión y con crecimiento “0” no se generan recursos tributarios suficientes para invertir. Carecemos de espacio fiscal, frente a presiones apremiantes: requerimos al menos 3% más del PIB de gasto en infraestructura, 2% en salud, 2% en seguridad, más para pensiones, agricultura y otros. Es decir, necesitamos 10% adicional de ingresos, que nos ubicaría a niveles de países comparables. No de golpe, sino con un plan de ruta, acompañando mayor crecimiento. Pemex es una “bomba de tiempo”. Absorbe recursos y se financia con no pagar a proveedores nacionales. Desviamos recursos escasos en “ocurrencias”. Rompemos las alcancías (fondos de estabilización). Esta situación no aguanta más allá de este año. El riesgo es romper los “candados fiscales” y si se nos quita el “grado” de inversión, nos lleva a un torbellino sin fondo.

Nuestra recaudación tributaria, medida como porcentaje del PIB, es una vergüenza a nivel internacional, es del 13% (sin petróleo), aún reconociendo la escusa de la evasión y la economía informal. El promedio de la OCDE es de 34% del PIB. Es de los más bajos de América Latina; Argentina de 30%, como también Brasil, 32%. ¡Peor aún, el promedio de África es mayor al nuestro, 17%, Sudáfrica es de 28%! Ello conlleva los niveles más bajos mundiales de gasto público de inversión, en gasto social y ser de los países más desiguales, porque no redistribuimos ni con un sistema fiscal progresivo, ni con un buen sistema de seguridad social.

Tenemos además un sistema fiscal, cuya estructura está de cabeza. En el Impuesto Sobre la Renta a empresas es donde cobramos comparativamente la tasa más alta, 30%; OCDE, promedio 22%. Recaudación 3.5% del PIB, mayor que la OCDE 2.9%. ¡Donde debíamos ser competitivos! En segundo lugar está el IVA, allí tenemos una tasa baja, 16%. Tenemos tasas inferiores a Brasil y Argentina. La tendencia mundial es a 20% o más. Recaudamos casi la mitad (3.7% PIB), que América Latina y OCDE (6.6/6.8%). El impuesto que más recauda y redistribuye es el ISR personas físicas, donde menos captamos en comparación mundial, sólo 3.5% del PIB, siendo uno de los países más desiguales. Para Europa su principal fuente nos triplica. Nuestra captación del predial es ridícula (0.2% del PIB) y los Estados dilapidan y no recaudan.

Todos los organismos, FMI, OCDE, Cepal, recomiendan recientemente que a México le urge una reforma fiscal de fondo. Pero ello requiere un Consejo Fiscal que ofrezca, evalúe y cuantifique alternativas; una amplia Consulta verdadera, que lleve a un Pacto Social gobierno-empresa-trabajo; que sea balanceada en costos y beneficios bien distribuidos, para lograr fines sociales tangibles.

El premio nobel, Stiglitz, escribió recientemente “la salvación del capitalismo dependerá de la “tributación…” También para la 4T.


Exembajador de México en Canadá.
@suarezdavila

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