El conjunto de América Latina se enfrenta en 2019 a uno de los momentos más trágicos de su historia, particularmente grave en América del Sur donde casi ningún país se sustrae del drama. Una causa común es el lamentable desempeño económico con un crecimiento esperado del PIB de 0.1%, el más bajo de cualquier continente y la décima parte del promedio mundial, de por sí a la baja, de 3%. Otra expresión de una ola mundial de convulsiones sociales que brotan sin previo aviso, detonados por alguna chispa, como el aumento de un precio público, amplificados por las redes sociales, sin liderazgos tangibles que socavan gobiernos. Amerita un análisis de sus causas, sus consecuencias y, sobre todo, derivar lecciones.
El caso más dramático y sorprendente es Chile, reconocido como la democracia más estable y avanzada del continente. La de mayor progreso económico, que elevó su ingreso per cápita a US$15,000 (México US$10,000), que ha reducido la pobreza de 40 a 10% de la población. El aumento del precio del metro provocó una manifestación violenta de más de 1 millón de habitantes. El Presidente Piñera, primero declara “estamos en guerra”, el ejército reprime, hay muertos; después, retrocede, hace concesiones. Ilustra el debate. Fracasó el modelo neoliberal “Chicago”, su primero y más festinado ejemplo (?). En todo caso, evidencia las causas generales de la irritación social. Es uno de los países más desiguales, en el continente más desigual. Un levantamiento de clases medias y jóvenes con expectativas no satisfechas: sistema de pensiones privadas insuficientes en el momento del retiro; educación, salud semiprivatizadas y de baja calidad. Una de las élites más arrogantes y desconectadas de la gente. Un sistema fiscal que no redistribuye. Piñera anunció aumentará el ISR a los más ricos de 35 a 40%. No está clara la salida. Con un proceso de reforma constitucional mal encauzada, puede resultar peor el remedio que la enfermedad.
Macri, en Argentina, intentó una política económica más liberal. Fracasó por incompetencia: caída del PIB de 3%, alto desempleo, aumenta la pobreza, inflación de 50%. Pierde ante el Presidente Fernández, nueva encarnación del peronismo, versión Kirchner, cuya primera tarea será paradójicamente negociar con el FMI para evitar un default sobre su elevada deuda.
En Bolivia, el primer Presidente, surgido de la mayoría indígena en la historia, aprovecha sus grandes descubrimientos de gas para lograr un crecimiento sin precedente, triplicando su PIB, con notable reducción de la pobreza. ¡Así pudo pasar a la historia! Su ambición por una 4ª reelección, torciendo la constitución y cometiendo un claro fraude electoral le costó, sin entrar en tecnicismos, su “derrocamiento”. Nuevas elecciones. ¿Regresará Bolivia a su proverbial ingobernabilidad?
Colombia, ya con amplias manifestaciones de descontento popular. País que ya había avanzado frente al serio problema de violencia con las FARC, economía relativamente próspera, en que resurgen los viejos reclamos sociales, con un Presidente Duque débil e impopular. ¿Seguirá el camino de Chile?
En todo caso, hay causas comunes. Destacan caída del crecimiento, alta desigualdad, reclamos de las clases medias y los jóvenes por salud y educación de calidad, gobiernos incompetentes. Ante el desprestigio y corrupción de los partidos políticos, no hay quien encauce la irritación social. “Modelos económicos” diferentes, el neoliberalismo, el populismo de izquierda o de derecha han fracasado en resolver problemas similares. Ningún país parece encontrar el rumbo.
En México podemos reconocer que la irritación social se manifestó en las urnas, no con sangre en las calles. La gran ventaja es que un líder con arrastre popular ofrece salidas; su reto es encontrar pronto las políticas que den verdaderas soluciones, de lo contrario también acaba en crisis.
Exembajador de México en Canadá.
@ suarezdavila