El pasado 21 de octubre el secretario de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC), Alfonso Durazo, anunció que dejaría la secretaría para competir el próximo año para gobernador de su natal Sonora.
Ante el cambio de titularidad en la SSPC resulta natural cuestionarnos cuál es el actual estado en el que se encuentra la seguridad en nuestro país, cómo queda la secretaría y qué perfil debería ser el indicado para ocupar el cargo.
Si escuchamos al presidente López y al -aún- secretario Durazo, en materia de seguridad vamos bien, se llegó a un punto de inflexión del homicidio y ahora los delitos van a la baja.
En contraste, si analizamos los datos oficiales 2019 fue un año desastroso -el peor año de la historia de nuestro país en homicidio doloso, feminicidio, lesiones dolosas, narcomenudeo, trata de personas, robo a negocio y violencia familiar; el segundo peor en extorsión, tercero peor en violación; quinto peor en secuestro y robo con violencia; octavo peor en robo a transeúnte y se sumaron 9,000 víctimas a la estadística de desaparecidos, por citar algunos datos.
En los primeros nueve meses de 2020 las víctimas de homicidio doloso aumentaron 1% respecto a 2019 y a estas alturas resulta difícil que este año no supere al año más violento de la historia de México.
Si bien en el segundo trimestre de este año la pandemia por COVID 19 tuvo como efecto la disminución sustancial de la mayor parte de delitos comunes, los delitos relacionados con la delincuencia organizada continuaron su crecimiento.
En su primer año de operación la Guardia Nacional (GN), que reglamentariamente se encuentra bajo el control y supervisión de la SSPC, ha pasado en los hechos a estar bajo el control de la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA).
Durante este periodo, la recién creada institución insignia de la nueva administración federal, ya ha sido manchada por denuncias de corrupción, violación de derechos humanos e incluso desapariciones forzadas.
Pese a la promesa del presidente que la GN sería un gran cuerpo de élite, aún carece de protocolos de actuación, capacitación e incluso de personal activo. Más del 30% de las personas que visten un brazalete distintivo de la GN son comisionados temporales del Ejército y la Marina y deberán retornar a finales del sexenio a su institución de adscripción.
Por su lado, los recortes presupuestales que el actual gobierno federal ha impuesto, también han afectado a la GN, en un momento donde la institución requiere de fuertes inyecciones de efectivo, faltan recursos para salarios, prestaciones, viáticos, tecnología e insumos.
López y Durazo han insistido una y otra vez en que la estrategia implementada por esta administración está dando resultados positivos en la construcción de paz. Sin embargo, no hay evidencia que exista una claridad de acciones -una estrategia-, que haya una relación de causalidad entre las acciones y la baja de los delitos comunes, además que el homicidio doloso y los otros delitos de competencia federal, siguen creciendo.
¿Cuál debería ser el perfil de nuevo secretario de seguridad? Indudablemente debe ser una persona con experiencia específica en la materia, un elemento civil que conozca de seguridad y se haya formado en campo. Durazo cumplía con ser un civil pero no era experto en seguridad.
Ello pudo haber sido uno de los elementos que coadyuvaron a la ausencia de una estrategia y la falta de resultados positivos en materia de incidencia delictiva y fortalecimiento institucional.
Un segundo elemento debería ser que el futuro secretario sea alguien capaz de “decirle no” al presidente. En un contexto de gabinete de “yes men”, un secretario independiente podría evitar que el presidente todos los meses salga a decir que el homicidio baja pese a que los datos dicen lo contrario o que se cometan nuevos errores como el Culiacanzo de 2019.
Sobra decir que para el cargo necesitamos a alguien con honestidad probada.
El presidente parece tener otras ideas. Desde hace días han circulado documentos y se han manejado nombres que indican que el presidente tiene intención de impulsar aún más la militarización de la seguridad federal.
Parece que busca que la GN pase también normativamente a manos de la SEDENA y que el nuevo secretario de seguridad sea un militar.
Dicho sea de paso, si la GN pasase a manos de la SEDENA, sería innecesaria la figura de un secretario de seguridad.
Tampoco parece que el presidente busque a alguien capaz de enfrentársele, pedir los recursos necesarios para la GN, establecer una verdadera estrategia o sacar a la política del tema.
De nuevo el escenario se ve complicado, a casi dos años del inicio de la presente administración el país se encuentra en peores niveles de violencia, cuenta con menos capacidades para enfrentar la problemática y las campañas electorales que se avecinan pueden llevarnos a nuevos escenarios de violencia extrema, donde quienes más perdemos somos los ciudadanos de a pie.
@frarivasONC