México es un país con una obscura tradición de hechos de corrupción. Incluso en dichos populares podemos escuchar manifestaciones de tolerancia/aceptación de la corrupción -por ejemplo “el que no tranza, no avanza”, “no te pido que me des, ponme donde hay”, “un político pobre es un pobre político”, entre muchas otras-.

Lamentablemente la corrupción es un fenómeno social muy caro, es uno de los impuestos más costosos que pagamos como individuos y sociedad.

La corrupción afecta la relación de los ciudadanos con el Estado y las interacciones entre autoridades y sector productivo; debilita la innovación y la productividad; disuade la inversión; encarece los bienes y servicios; debilita el Estado de Derecho y permite el surgimiento de poderes alternos, como la delincuencia organizada.

Si bien el presidente López ha abanderado el tema de la “honestidad valiente” desde hace más de dos décadas, en los hechos sobran evidencias que en este gobierno la corrupción -de la mano de la impunidad-, han empeorado notablemente.

Los hijos del presidente han sido señalados por tráfico de influencias, conflictos de interés y simulación de competencia en licitaciones con el objetivo de lucrar con dinero público.

Los hijos de López, que no contaban con empleos formales al inicio de la administración, en poco menos de 3 años pasaron de ser “ninis” a propietarios de una fábrica de chocolates y varios otros negocios, a vivir en mansiones de contratistas del Estado, a viajar en primera clase, a hospedarse en los hoteles de lujo y comer en los restaurantes más exclusivos y caros del mundo.

Todo ello sin que puedan demostrar haber recibido dinero familiar para poder vivir como magnates, ni apoyo de un padre que por dos sexenios mantuvo tan sólo 200 pesos en la cartera.

Los escándalos de corrupción no se limitan a los hijos del presidente, sus hermanos, primos, varios colaboradores cercanos y políticos pertenecientes a Morena, han sido captados en video recibiendo fajos de efectivo dirigidos a López.

Los integrantes del gabinete de López tampoco han sido exentos de uso indebido de recursos públicos -como el general Sandoval-, han recibido contratos multimillonarios del gobierno mediante asignaciones directas y simulación de licitaciones públicas.

Asimismo, se ha exhibido que gobernadores, ediles y legisladores morenistas, mantienen relaciones cercanas con integrantes de la delincuencia organizada. El mismo presidente ha sido muy vocal en manifestar su apoyo y simpatía con muchos de los peores criminales de nuestro país.

Es decir, si bien la narrativa oficialista repite sin cesar que ellos -nuestros actuales gobernantes-, no son como los del pasado, los hechos demuestran lo contrario.

De hecho, el caso más grave de corrupción de la historia mexicana sucedió en esta administración: el de Seguridad Alimentaria Mexicana (SEGALMEX).

Hasta el momento, la Auditoría Superior de la Federación (ASF), ha reportado irregularidades por más de 15 mil millones de pesos en los ejercicios de 2019 a 2021.

El caso de SEGALMEX es por mucho peor al de cualquier otra administración, equivale al doble de lo ocurrido con la estafa maestra del sexenio de Peña, es casi 200% superior al escándalo de la Estela de Luz del sexenio de Calderón y 14 veces mayor al peor escándalo de corrupción del sexenio de Fox.

Pese a ello, a la fecha no ha habido alguna detención, su extitular, Ignacio Ovalle -persona muy cercana al presidente López-, al haberse hecho público el caso, simplemente migró a otra institución federal protegido por el presidente y por la Fiscalía General de la República.

Para poner en contexto, la corrupción detectada por la ASF en SEGALMEX es el doble de los 8 mil 257 millones de pesos que se presupuestaron para 2023 para todo el aparato de seguridad tanto local como federal, fuerzas armadas, sistema penitenciario, etc.

En campaña López afirmaba que el combate a la corrupción podía liberar hasta 20 mil millones de pesos por año para ser usado en favor de los mexicanos ¿entonces por qué su administración permite la impunidad entorno a tantos y tantos casos? ¿Acaso la corrupción que López busca combatir es la del pasado, la de los adversarios políticos y no la de su gobierno, de su familia, de sus aliados? ¿Por qué no le interesa a López recuperar los más de 15 mil millones de pesos de corrupción tirados a la basura en SEGALMEX?

Cuando falta menos de un año y medio para que termine el sexenio, parece imposible que el actual gobierno federal logre disminuir la corrupción. López, pese a todas sus promesas, terminará su sexenio dejando al país más corrupto e impune, las instituciones más débiles, la deuda pública más alta, a más mexicanos en la pobreza y a su familia y amigos más ricos.

Director del Observatorio Nacional Ciudadano

@frarrivasCoL

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