Este 2019 se perfila para ser el año con la mayor tasa de homicidio doloso, feminicidio, robo a negocio, trata de personas y narcomenudeo desde que estos se registran.

Además, será el segundo peor año en materia de extorsión, quinto peor en materia de secuestro y octavo peor en materia de robo a transeúnte.

A nadie debería sorprender estos malos resultados, desde hace meses en el Observatorio Nacional Ciudadano (ONC) advertimos que la ausencia de una estrategia bien diseñada e implementada, los errores diagnósticos del problema y los recortes presupuestales habrían de empeorar un escenario de alta incidencia delictiva y violencia, herencia de la pasada administración.

Si bien en los últimos tres meses el homicidio doloso aumentó a menor velocidad de lo que crecía a inicio de año, no hay señales verdaderas que hayamos alcanzado el punto máximo de ocurrencia de este delito.

No es lo que piensa la autoridad, hace tan sólo dos semanas el Secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Alfonso Durazo , presentó gráficas que, desde el análisis de este gobierno, indican un punto de inflexión del delito que habrá de llevar a un descenso progresivo de los mismos a lo largo de los próximos meses.

En efecto si comparamos agosto con julio o septiembre con agosto, veremos que el mes anterior registraba mayores números que el mes sucesivo, sin embargo, esto no es suficiente.

La ocurrencia de los delitos obedece a varios factores de coyuntura que van desde lo micro-local hasta lo macro, es decir a nivel internacional.

No obstante, la volatilidad que pueda abonar a brotes de violencia o disminuciones momentáneas no es suficiente para guiar el comportamiento del delito. La mayoría de los ilícitos obedecen a factores estructurales y a cierta estacionalidad que permite estimar su comportamiento a pesar de eventos que generen crisis o mejoras temporales.

Por ejemplo, sabemos que, en las vacaciones de Semana Santa, verano o Navidad tiende a haber más robos. En diciembre también se recrudecen delitos, como robos con violencia, secuestro, extorsión y hasta el homicidio.

Si bien hay delitos, como es el secuestro, donde un mes puede haber 15 casos y los sucesivos meses ninguno, en materia de homicidio la ocurrencia suele ser consistente. Difícilmente en una entidad o en agregado como país vemos situaciones en las que ocurra un promedio mensual de 100 asesinatos y, repentinamente, haya una caída a promedios de 10 víctimas.

Para que esto último sucediese debería ser evidente una capacidad quirúrgica del Estado de intervenir ante los eventos delictivos del país o que de plano, tengamos un delincuente al frente de las instituciones y que desde el gobierno controle ejecuciones extrajudiciales y maneje la delincuencia común y organizada, como sucedió en Nayarit con el Fiscal Veytia.

Por ello, cuando se trata de homicidio, dos o tres meses menos violentos no garantizan que hayamos encontrado la ruta para salir de la violencia.

Todo esto los expertos en seguridad en el gobierno lo saben muy bien, aunque parece que la comunicación social de las autoridades no atienda a la recomendación de los técnicos.

En el ONC trabajamos con el fin de que las personas podamos salir libremente a la calle, dejar nuestras casas, conducir un vehículo, abordar un transporte público, vivir las calles de nuestras ciudades, sin el temor de la ocurrencia de un delito.

No es tarea fácil, la sociedad civil no podemos sustituirnos a la autoridad y las donaciones que desde el ONC hacemos a las instituciones de información, inteligencia, capacitación o tecnología no garantizan una adecuada implementación de estos.

Parte del ayudar implica poner en la agenda pública un análisis objetivo, sustentado en datos, que contraste con la narrativa oficial de “vamos muy bien”.

Por ello, así como en su momento lo hicimos con Calderón y Peña en temas que van desde la ausencia de resultados en formar instituciones locales sólidas; en construir un Sistema de Justicia Adversarial conforme a los estándares apropiados; las diferentes crisis de feminicidios, secuestro, extorsión, trata de personas, robo de hidrocarburo; así como cuando advertimos que se había revertido la conducta a la baja del homicidio -que empezó en octubre de 2011 hasta abril de 2016-; hoy debemos insistir en que la violencia sigue creciendo, los delitos siguen creciendo y que, si la autoridad federal continua sin estrategia y destinando tan pocos recursos a la seguridad, las cosas seguirán empeorando.

El presidente López y su gobierno siguen gozando de una gran popularidad, la serie de eventos violentos ocurridos en los 11 meses de su gobierno, donde ha quedado manifiesta la falta de estrategia y liderazgo de las Fuerzas Federales, en otro sexenio ya hubieran generado una crisis de gobernabilidad y protestas sociales.

Pese a esto, es hora de que el gobierno deje de descansar en la gran capacidad oratoria del presidente y desarrolle una estrategia clara, sustentada en información, evaluable a través de indicadores, con los insumos necesarios para llevarla a cabo, o pronto, las inaceptables tasas de delitos conducirán a la caída de la popularidad de este gobierno y del presidente.

Director general del Observatorio Nacional Ciudadano
@frarivasCoL

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