En el último tramo de su administración, el gobernador Cuauhtémoc Blanco ya transformó a Morelos. Una transformación que tuvo como efecto más delitos y más violencia respecto al pasado.
Tan sólo entre 2022 y 2023 la tasa por cada 100 mil habitantes de homicidio doloso creció 24%; la de feminicidio 36%; la de secuestro 17%; la de extorsión 59%; la de robo con violencia 8%; la de robo de vehículo 20% y la de violencia familiar 10%.
De hecho, 2023 fue el peor año de su historia en materia de homicidio doloso, feminicidio, robo de vehículo y violencia familiar.
Paralelamente, tan sólo en los 5 años que van de la administración de Blanco, han desaparecido el 63% del total de personas registradas como desaparecidas desde 1964 a la fecha.
Debemos recordar que en Morelos, Blanco no puede argumentar que los actuales índices de violencia sean culpa del pasado.
El actual gobernador de Morelos recibió de su antecesor una entidad con una clara tendencia a la baja de la violencia —tras un sexenio en el que se redujeron de manera sostenida prácticamente todos los delitos.
Tan sólo por retomar unos ejemplos, en el gobierno de Graco Ramírez la tasa de homicidio doloso se redujo de 2012 a 2018 de 47 a 36; la de secuestros de 8 a 2.6; de extorsión de 14.5 a 1.2; de robo con violencia de 552 a 204; de robo de vehículo de 248.3 a 168.5; de robo a casa habitación de 151 a 99; de robo a negocio de 106 a 74.
En contraste, ya desde el primer año del gobierno de Blanco fue evidente el deterioro en la seguridad; en pocos meses se revirtió el comportamiento a la baja de los delitos y la violencia se disparó.
Ni siquiera la baja de delitos que ocurrió en 2020 —como efecto del confinamiento social—, fue suficiente para mitigar el desastre que vemos hoy en Morelos. A lo largo de la administración de Blanco, la entidad se ha mantenido como una de las más violentas del país.
Dado que faltan aproximadamente 100 días para las elecciones 2024, en las que también se renovará la gubernatura de Morelos, las alcaldías y el Congreso local, cabe reflexionar sobre el perfil y trayectoria del entonces candidato y analizar con detalle quiénes son las personas que aspiran gobernar la entidad desde finales de este año, hasta 2030, cuáles sus ideas y sus plataformas electorales. Todo ello para no incurrir en el mismo error que se cometió en 2018.
Blanco arrasó la elección sobre su contrincante, ganó con el 52% de los votos, 38.5 puntos por encima de su rival más cercano. Gracias a que “El Cuauh” fue un gran campeón futbolero, un deportista admirado, logró ser un candidato exitoso.
Lamentablemente la falta de experiencia, preparación, proyecto, así como el pleito que sostuvo desde el inicio de su mandato con el fiscal estatal y el manejo cuestionable de la política pública —así como las versiones de su cercanía con grupos delictivos— llevaron a que el gobernador Blanco esté próximo a cerrar su administración en un rotundo fracaso, por lo menos en lo que se refiere a la seguridad.
Ante dicho panorama, sería esperado que en Morelos hubiese un sentimiento popular de rechazo a la alianza Morena, PT y PES, la que postuló a Blanco en 2018.
Sin embargo, las encuestas señalan que a la fecha la candidata a la gubernatura de dicha entidad de la coalición Morena, PT y PES aventaja la intención de voto.
¿Qué deberíamos haber aprehendido del gobierno de Blanco? Que importan —mucho— el perfil y conocimiento de quién desea gobernar, sus propuestas y sus aliados políticos.
Lamentablemente ¡parece que los mexicanos seguimos sin entenderlo! En cualquier otro país con una economía tan desarrollada como la de México, Blanco sería un personaje político indeseable del que cualquier candidato o partido quisiese alejarse.
Aún más, es casi seguro que en cualquier otro país que pertenezca a la OCDE, Morena y el PT hubieran roto la alianza con el PES y con Blanco, para evitar la derrota en Morelos.
Como evidentemente fue un error elegir a Blanco y existe un riesgo que su alianza repita el gobierno, debemos insistir en saber ¿qué ofrecerá su candidata de diferente para no repetir dicho desastre? ¿Cómo podemos confiar en que no será un gobierno con las mismas inercias que el actual?
Al mismo tiempo debemos saber ¿qué ofrece la oposición como alternativa a los “abrazos, no balazos”, a los recortes presupuestales y a la eliminación de contrapesos? ¿Cómo votar por una oposición que parece que sólo puede ofrecer “no ser Morena”?
Es decir, votar por siglas en vez que por propuestas concretas, se traduce en mal gobierno, más delitos y más violencia.
Como es evidente que a los partidos poco les importamos los ciudadanos, nos toca exigirle a cada uno de los candidatos proyectos claros, que puedan ser realizados, que sean transparentes y rindan cuentas.
Las elecciones se acercan y tanto México en general, como Morelos en lo particular, vivimos un desastre en seguridad y justicia. Nuestro voto podría ser una forma de cambiar el rumbo si lo hacemos por un proyecto claro.
De lo contrario, las cosas podrían seguir empeorando.
Director del Observatorio Nacional Ciudadano
@frarivasCoL