Es costumbre que el presidente López aproveche cualquier fecha para autocelebrarse e insistir que en su gobierno sobran los éxitos. Eso mismo ocurrió el pasado 1 de julio con motivo de los 5 años de su victoria electoral.

Con un largo discurso -que recuerda la retórica de los presidentes del PRI de los años 70-, López aseguró que “...en materia de seguridad pública está funcionando bien nuestra estrategia de atender las causas de la violencia con el criterio de que la paz es fruto de la justicia. Los delitos del fuero federal se han reducido en 22 por ciento; el homicidio en 17%; el robo en 25%; el feminicidio 11%; el robo de vehículo en 43% y el secuestro en 79%”.

Lamentablemente la realidad de los datos oficiales contradice su declaración porque (1) no hay estrategia de seguridad; (2) no hay una política de prevención de la violencia; (3) la justicia falla; (4) los delitos federales no se han reducido por mejoras en la seguridad y (5) los datos específicos que aporta el presidente son falsos.

(1) Una estrategia de seguridad debe contemplar prioridades, objetivos, recursos, indicadores para medir resultados y evaluaciones periódicas. Ni el Plan Nacional de Desarrollo, ni la Estrategia Nacional de Seguridad cuentan con dichas características.

Tan sólo si analizamos cómo describen el problema, qué objetivos persiguen y con qué medios pretenden hacerlo, encontramos diferencias irreconciliables.

(2) Por obvio que parezca, no es lo mismo identificar las causas que llevan al abandono escolar, al consumo de sustancias, al pandillerismo o la violencia familiar, que los factores que permiten el trasiego y comercialización de drogas, la trata de personas, el tráfico de armas o la extorsión presencial.

¿Qué ha hecho el gobierno de López en materia de prevención? ¡Nada! No hay planes diferenciados para rescatar a las comunidades, programas que ayuden a las mujeres víctimas de violencia, un sistema educativo que impulse la construcción de competencias para la vida y/o un fortalecimiento institucional que impida la ocurrencia de delitos.

Lo único que han hecho López y su gobierno es distribuir dinero público a la población bajo el argumento de atender causas sin tan siquiera contemplar que con ello han fomentado en los jóvenes -que ahora reciben directamente dinero del gobierno-, el consumo de sustancias y el abandono escolar.

(3) Los niveles de impunidad están en máximos históricos. Los recortes presupuestales de más del 40% a fiscalías y policías estatales; la eliminación de fondos de 2021 a la fecha para las policías municipales; la falta de capacitación de la Guardia Nacional, han inhibido que las víctimas tengan acceso a la justicia.

A mayor razón si sumamos que (4) la FGR ha dejado de investigar y perseguir los delitos. En lo que va de la administración han caído las investigaciones, decomisos, aseguramientos, órdenes de aprehensión y sentencias condenatorias.

(5) Los datos oficiales de su gobierno desmienten a López: no, el homicidio no bajó 17%, subió 52% respecto al sexenio de Peña y 68% respecto al de Calderón; el robo con violencia no bajó 25%, subió 7% respecto al sexenio de Peña y 5% respecto a Calderón; el feminicidio no bajó 38%, creció 11%.

De las afirmaciones del presidente sólo el robo de vehículo y el secuestro pueden considerarse parcialmente ciertas ya que el primero bajó 16% -no el 43% como afirmó López-, y el secuestro en 43% y no en el declarado 79%.

Ahora, sobre el secuestro, en este mismo espacio he aportado evidencias que apuntan a un franco y desvergonzado maquillaje y ocultamiento de cifras.

Obviamente el presidente omitió recordar otros datos que confirman el fracaso de su gobierno en seguridad: en este año diariamente se registraron 25 víctimas de desaparición y 2 de trata de personas; 65 casos de violación; 250 de narcomenudeo; 758 de violencia familiar y 463 de lesiones dolosas, entre muchos otros delitos.

¡Qué mal momento para un nuevo AMLOFest de cifras alegres! junio se confirmó como el mes más violento del año y tan sólo en la última semana ocurrió el homicidio de Hipólito Mora en Michoacán; el secuestro de 16 trabajadores administrativos de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana de Chiapas; atentados en contra de figuras políticas en Sonora y Guerrero; 10 elementos de la Guardia Nacional heridos por la explosión de un coche bomba en Guanajuato; se encontraron diversos cuerpos en fosas clandestinas en Jalisco y se registraron balaceras en varias entidades.

Más lamentable aún es que ante los cuestionamientos por dichos hechos el presidente sólo responda culpando a Calderón -quien dejó la presidencia en 2012 con una clara tendencia a la baja de los delitos- y a amenazar a los delincuentes de acusarlos con sus abuelos.

Hace casi 1959 años, el 18 de julio del año 64 d.C. ocurrió el gran incendio de Roma, el entonces emperador Nerón culpó a los cristianos y con ello dio pie a la primera persecución contra ellos.

Cicerón, Seneca y otros historiadores antiguos afirmaron que el incendio fue ocasionado para liberar la zona donde el emperador mandó construir su Domus Aurea, un enorme y lujoso palacio con el que celebraba su megalomania.

La leyenda narra que Nerón celebró el incendio tocando la lira, un paralelismo muy claro con lo que vemos hoy: mientras México arde en las llamas de la violencia, el presidente se celebra con datos falsos y hace un festival, tal como si tocara la lira.

Director del Observatorio Nacional Ciudadano

@frarrivasCoL

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