Este martes 18 de julio presentamos el análisis de la incidencia delictiva del primer semestre de 2023. Entre los hallazgos destaca el alto nivel de violencia que vivimos, la inconsistencia que existe entre las declaraciones oficiales y los datos que se presentan, así como las evidencias que apuntan a un maquillaje sistemático de los delitos por parte de diversas autoridades.

¿Cuál es el mensaje que se repite desde Palacio Nacional entorno a la violencia? Que “…en materia de seguridad pública está funcionando bien la estrategia”. Para reforzar los dichos, el pasado martes 11 de julio la secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC) presentó gráficas en las que se plasma una supuesta baja del 18% en el homicidio doloso; 20% en feminicidio y 79% en secuestro.

Sin embargo, el análisis puntual de los datos oficiales establece que este primer semestre de 2023 es el peor en violaciones, violencia familiar; narcomenudeo y en “otros delitos que atentan contra la libertad personal”; el segundo peor en extorsión y el tercero peor en trata de personas.

Asimismo, si comparamos las tasas de estos primeros 55 meses de la administración del presidente López con el mismo periodo de Peña y Calderón encontramos que el homicidio subió 47% respecto al sexenio de Peña y 62% respecto al de Calderón; el secuestro subió 45% respecto al sexenio de Peña y 19% respecto al de Calderón; el feminicidio creció 11%.

Todo ello sin contar las inconsistencias que apuntan a un maquillaje de cifras.

Por ejemplo, mientras que los datos que publica diariamente la SSPC muestran que el homicidio doloso creció 2%, los datos que presenta el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) reportan una disminución de casi 3%.

Sorprende porque el dato diario de la SSPC había sido hasta el año pasado muy consistente respecto a los datos del SESNSP, es decir, cuando uno subía -o bajaba, el otro también.

Paralelamente hay evidencias que apuntan a que los cuerpos hallados en fosas clandestinas no se están reportando adecuadamente en la estadística de homicidios dolosos.

Ello asume una relevancia importante si pensamos que diariamente desaparecen por lo menos 25 personas y en el año se han localizado un número importante de víctimas en fosas clandestinas.

Además, sorprende el cambio en la tendencia del homicidio doloso respecto a los “otros delitos que atentan contra la vida y la integridad corporal”.

Hasta 2019 ambos delitos mantenían la misma tendencia, mientras que, desde el inicio de 2020, cuando presuntamente inició el descenso de los homicidios, se dispararon los “otros delitos que atentan contra la vida y la integridad corporal”.

En un contexto en el que las fiscalías estatales no han podido explicar dicho crecimiento, podemos suponer que ello se debe a malos registros.

En el caso del secuestro, las evidencias de malas prácticas son muy evidentes. En este mismo espacio expuse el caso de San Luís Potosí, entidad que subregistró el secuestro de 128 víctimas en abril -sólo reportó 9, mientras que las demás las registró como “otros delitos que atentan contra la libertad personal”-, de 58 en mayo y que en junio impidió a familiares de una víctima de secuestro presentar la denuncia.

Desde la publicación de dicho artículo, otras 4 víctimas de secuestro en San Luís Potosí, 2 de Veracruz y 2 de Baja California me contactaron para comentar casos donde la fiscalía estatal no les recibió su denuncia.

De tal suerte que podemos afirmar que el marcado descenso de la estadística de secuestro y el repentino crecimiento de los “otros delitos que atentan contra la libertad personal” se debe a manipulación de registros, abandono de las víctimas y no a algún tipo de efecto positivo de la política de seguridad en la materia.

Detectar las malas prácticas en torno a homicidios y secuestros resulta relativamente fácil dado el volumen de ocurrencia de estos delitos. Sin embargo, resulta casi imposible hacerlo con las extorsiones y los robos debido a la gran incidencia de los mismos.

El primer semestre de este año concluyó siendo uno de los más violentos de los que se tenga registro y este segundo inició con una serie de secuestros masivos, atentados y multihomicidios que nos señalan la falta de rumbo y resultados en la materia.

No importa cuántas veces nos repitan que vamos bien en seguridad, que maquillen los datos, la violencia no desaparece por decreto y este se coronará por mucho, como el sexenio más violento de la historia.

#MientrasMexicoArde

Director del Observatorio Nacional Ciudadano

@frarivasCoL

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