Desde 2016 hemos visto empeorar año con año las condiciones de seguridad y cómo se han roto los récords de incidencia delictiva y violencia.

Los descensos en delitos que se lograron al final de la administración de Calderón y del inicio de la de Peña quedaron atrás, 2019, 2020, 2018 y 2017 son respectivamente, los peores años en materia de violencia de la historia.

En particular 2019 fue el peor en homicidios dolosos, feminicidios, robo con violencia, trata de personas, narcomenudeo, violencia familiar, lesiones dolosas, el segundo peor en extorsión, tercero peor en violaciones, quinto peor en secuestro y robo con violencia y octavo peor en robo a transeúnte de la historia de nuestro país.

Con el inicio de la actual pandemia los delitos comunes tuvieron un descenso impresionante, si se comparan los periodos abril-agosto 2019 contra el mismo periodo de 2020 las bajas en robos, secuestros y extorsiones van en magnitudes del 30 hasta el 60%.

Sin embargo, la pandemia no logró frenar la violencia, las víctimas de homicidios dolosos bajaron apenas un 0.4% entre un año y otro y los delitos de género como violencia familiar, violaciones y trata de personas -donde la mayor proporción de víctimas son mujeres-, rompieron los récords anuales.

Hace un año en el Observatorio Nacional Ciudadano pronosticamos un cierre violento para 2020 y un creciente repunte de los delitos en la medida en que las personas retornasen a las calles. El extraño comportamiento de la enfermedad, con su relativo confinamiento, nos hizo fallar en el análisis: como los ciudadanos seguimos encerrados en nuestras casa por muchos más meses de los previstos, los delitos comunes se mantuvieron contenidos.

Con el retorno paulatino a las actividades en este 2021, los robos, extorsiones, narcomenudeo retomaron su crecimiento. La publicación de los datos oficiales de incidencia delictiva -que en esta administración ya se volvió costumbre que se presenten tarde, fuera de los tiempos establecidos en la norma- muestran por primera vez en meses, aumentos en prácticamente todos los delitos.

Si comparamos el periodo enero-mayo de este año, contra el del año pasado, podemos observar que las víctimas de feminicidio aumentaron un 7.09%; de homicidio culposo 10.05%; de extorsión 4.83%; de manera similar las carpetas de investigación de robo a transeúnte un 7.73%; las de robo en transporte público aumentaron 3.58%; las de violación 30.45%; las de trata de personas 37.20%; las de narcomenudeo 11.75%; las de violencia familiar 24.76% y las de lesiones dolosas 11.29%.

Disminuyen en este periodo las víctimas de homicidio doloso en un 2.67% y las de secuestro en un 28.79%; así como los casos de robo de vehículo en un 12.83%; robo a casa habitación 6.82% y robo a negocio en un 10.64%.

Estos datos ponen de manifiesto lo que advertimos por meses: es hora que la autoridad tome cartas en el asunto, dado que el respiro -efecto de la pandemia- en materia de seguridad, ya terminó.

A la autoridad no sólo le debe preocupar que las comparativas entre periodos muestren un empeoramiento de incidencia delictiva y violencia, sino que casi todos los delitos tienen una marcada tendencia al alza.

Además, les debe preocupar que el desmantelamiento de las instituciones federales y locales de seguridad, la cancelación de los fondos para las policías locales, los recortes en materia de combate a la delincuencia organizada, a la procuración de justicia y al sistema penitenciario, impidan cualquier acción exitosa por prevenir, reaccionar y perseguir los delitos.

Dicho de otra manera, las malas decisiones del Ejecutivo federal y del Congreso hacen muy probable que en los próximos meses se cumpla la profecía de un aumento desmedido de delitos y violencia.

Fue mala señal que el gobierno celebrase bajas en delitos -que se debieron al efecto de la pandemia y no de alguna política de seguridad- como logros personales, auto evaluarse con indicadores equivocados lleva a decisiones equivocadas. Asimismo, si las bajas de delitos fueron declaradas como éxito de este gobierno, es válido decir que los actuales aumentos, son demostración de su fracaso.

Lamentablemente los discursos triunfalistas siguen, la manipulación estadística para mostrar mejoras inexistentes o marginales continua y el gobierno federal sigue sin ruta, proponiendo soluciones cada vez más simplistas y peligrosas a un problema tan complejo, con la definitiva militarización de la seguridad.

Todo ello es muestra de que el gobierno no sabe cómo atender la crisis de seguridad y que no está dispuesto a admitirlo ni a dejarse ayudar.

Director general del Observatorio Nacional Ciudadano.
@frarivasCoL

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