Recientemente el Inegi ha dado a conocer los resultados de los Censos Económicos 2019, los que suponen un operativo estadístico de proporciones formidables y que, entre otras cosas, nos enteran que en México había cerca de 6.4 millones de establecimientos económicos… antes de la era Covid-19. La dinámica de crecimiento a tasa anual fue de 2.4% en el periodo comprendido entre 2013 y 2018.

Los censos son un mar de información y una mina por explotar, para profundizar en el conocimiento de las características de las empresas mexicanas. Toda vez que se realizan de manera sistemática cada cinco años, permiten comprender cómo evoluciona la estructura económica del país bajo una perspectiva sectorial, geográfica y desde muchas otras dimensiones.

Además de una serie de tabulados con información relevante y de una herramienta para consultas dinámicas, el Inegi normalmente desarrolla y difunde otras publicaciones temáticas derivadas de los censos; así, desde 2004 realiza un producto específico en materia de turismo que, seguramente, actualizará en las próximas semanas.

Sin duda, en un escenario en que la gestión pública del país con frecuencia vive una práctica cortoplacista, es una muy buen noticia que merece el mayor de los reconocimientos el que una institución como el Inegi mantenga el desarrollo de proyectos estratégicos ejecutados con los más altos estándares de calidad.

Por cierto, los censos en esta ocasión incorporan información sobre temas relacionados con la informalidad, la capacitación y la identificación de la problemática de las empresas (entre otros temas). En este sentido, aunque no es una sorpresa se debe reiterar que se confirma que el mayor reto que enfrenta el tejido empresarial del país es el de la inseguridad pública mencionado en primer lugar de la problemática por 40.4% de las empresas grandes y por 43.4% de las Pymes.

Desde la perspectiva de la industria de la hospitalidad, con la información ya disponible de estos censos se puede hacer un trabajo profundo para entender de mejor manera la dinámica sectorial.

Uno de los primeros resultados que confirma la relevancia de esta industria es el que tiene que ver con el empleo a nivel de rama económica, recordando que los multicitados censos se realizan con un extenso catálogo de actividades que incluye los niveles de Sector, subsector, rama, subrama y clase.

Así, dos de las 10 ramas identificadas como las mayores generadoras de ocupaciones, están directamente vinculadas al turismo: la preparación de alimentos y bebidas que se encuentra en la primera posición con cerca de 2 millones de ocupaciones (7.4% del total) y los hoteles, moteles y similares que aparecen en la octava posición con cerca de medio millón de ocupaciones.

En un país en el que persiste una condición de limitado acceso a oportunidades productivas y laborales, así como en el que prevalece la marginación y la pobreza, estos datos confirman el extraordinario valor que aporta el turismo como una industria intensiva en mano de obra. Como hemos mencionado en ocasiones anteriores en este espacio editorial, de acuerdo con el Observatorio Laboral de la Secretaría del Trabajo, el turismo es la actividad que proporcionalmente genera más posiciones de trabajo a los jóvenes y la segunda que más empleo le da a las mujeres.

Por ello, y luego del descomunal daño que la pandemia ha provocado en esta industria, parece deseable que el gobierno asuma una postura de mucho mayor empatía y apoyo para con las empresas del sector. En tanto permanezcan las limitaciones a la movilidad de las personas y de capacidades a la operación de servicios turísticos, como en el caso de hoteles y restaurantes, difícilmente las empresas serán capaces de encontrar los flujos que le den viabilidad a su operación y, en consecuencia, la pérdida de empleos puede seguir avanzando en su derrumbe.

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