En este espacio hemos venido dando cuenta de cómo la pandemia del Covid-19, además de golpear la integridad física de las personas –cobrando ya, cientos de miles de vida en el mundo–, hace estragos en la economía y, de manera muy señalada, golpea la industria turística con una fuerza despiadada.
En este sentido –para pronta referencia y considerando sólo este año–, conviene recordar que la Organización Mundial del Turismo cifra la reducción en los ingresos por turismo internacional en el orbe en un rango de entre 910 mil millones y 1.2 billones de dólares, indicando que se podrían perder entre 100 millones y 120 millones de empleos; en el caso de nuestro país, el Centro de Investigación y Competitividad Turística Anáhuac (Cicotur) ha estimado que la reducción en el consumo turístico podría alcanzar un monto de 1.6 billones de pesos, con una pérdida de alrededor de un millón de empleos. Por el impacto de esta cifra el PIB turístico se situaría en torno a 5%, muy por debajo de su habitual nivel cercano a 9%. De hecho, siendo el turismo una actividad de gran relevancia en la economía nacional, la caída sin precedentes que enfrenta, significará que buena parte de la reducción del PIB nacional para el fin del año se explique, precisamente, por razón de la crisis turística. Un emblemático ejemplo de la profundidad de las afectaciones es el cierre definitivo y consumado de unos 50 mil restaurantes, según reportes de la Canirac, en los que habría alrededor de 170 mil empleos.
En un escenario tan comprometido y por más que se anima una vuelta a los viajes, es claro que el camino de la recuperación será especialmente largo, y difícilmente podrá regresarse a los niveles previos a 2019 antes de tres o cuatro años.
No obstante, la enorme destrucción de empresas y empleos, los apoyos para la industria turística mexicana han sido hasta ahora, más bien, limitados. Por ello, es de reconocer el esfuerzo realizado desde el Consejo Nacional Empresarial Turístico que encabeza Braulio Arsuaga, para convocar a una Alianza Nacional Emergente por el Turismo sumando a actores tan relevantes como la Concanaco y la Asociación Mexicana de Bancos, desde el frente del sector privado, así como la Comisión de Turismo de la Conferencia Nacional de Gobernadores, la Conferencia Nacional de Presidentes Municipales, la Comisión de Turismo de la Cámara de Senadores y la amplia mayoría de los secretarios de turismo de los estados, entre otros, por la parte pública.
Es cierto, no es esta la primera vez que se impulsa una iniciativa de esta naturaleza, la más reciente –con limitados resultados, por cierto– fue la conformación del Acuerdo Nacional por el Turismo impulsado en la parte final de la administración del Presidente Felipe Calderón. Sin embargo, en esta ocasión hay dos aspectos que pueden hacer diferencia en la consecución de los propósitos: por un lado, lo singular del crítico momento que vive la industria y, por otra parte, el hecho de que la convocatoria surja desde el sector privado, lo que podría ser la garantía de que los trabajos que se deriven de esta acción coordinada se mantengan en el tiempo.
Más allá de las premisas y propuestas que se integran en sus siete ejes temáticos que incluyen aspectos de carácter legislativo, de protección de la salud de los turistas y de los prestadores de servicios turísticos, así como de seguridad, conectividad y promoción, entre otros, la riqueza de la alianza radica en su naturaleza apartidista y en el propósito central de apoyar al turismo en un momento que simplemente nadie podía haber imaginado.
No parece poco el capital político que se ha puesto al servicio del turismo y por eso la mesa está puesta para que se sume a esta iniciativa la Secretaría de Turismo. Al hacerlo, además de mostrar su liderazgo y empatía hacia los actores del sector, la dependencia se ceñiría a las disposiciones vigentes en materia de coordinación y concertación contenidas, tanto en la Ley General de Turismo, como en la Ley de Planeación.
Director del Centro de Investigación y Competitividad Turística Anáhuac. Twitter: @fcomadrid