A lo largo del año pasado advertimos en este espacio del proceso de desaceleración en el componente internacional del turismo mexicano. Este posicionamiento coincidente con las apreciaciones del sector privado, se sustenta en el análisis de la evolución de los flujos turístico por vía aérea, toda vez que en este segmento se concentra 80% de los ingresos turísticos.
Es cierto que lo anterior parece un tanto diferente al discurso oficial que descansa en las estadísticas del Inegi y en el que se habla de un significativo aumento de alrededor de 10% en los ingresos y en los turistas internacionales.
Como también se ha reiterado en este espacio editorial, la explicación a este inusual crecimiento se encuentra en las implicaciones metodológicas derivadas del relevo que hiciera el Inegi, al asumir los operativos de medición del turismo internacional que anteriormente corrían a cargo del Banco de México. De manera sucinta el diferencial se encuentra en que la anterior metodología subestimaba el gasto medio de los turistas aéreos y el volumen de turistas fronterizos.
Los resultados reportados a partir de septiembre tienden a confirmar nuestra hipótesis, pues en tanto para el periodo enero-agosto 2019 se tenía un aumento interanual de 12.3% (comparando magnitudes obtenidas con metodologías diferentes), en el caso del lapso septiembre-noviembre se reporta un incremento de 2.6% (usando sólo resultados obtenidos con la nueva metodología del Inegi).
Estos antecedentes permiten contextualizar los resultados de las llegadas de turistas por vía aérea, que en días pasados hizo público la Unidad de Política Migratoria de la Secretaría de Gobernación. No sobra decir, antes de realizar un análisis de esta información, que es notable la calidad y consistencia de estos datos que se obtienen a partir de los registros migratorios del país.
De acuerdo con esta información, el crecimiento en el volumen de estos viajeros en 2019 fue de 1.8%, es decir, un ritmo más bien modesto, especialmente cuando se le pone en contexto con el ritmo registrado entre 2012 y 2017.
De la misma manera y aunque hay que mencionar que el último trimestre del año tiene un mejor comportamiento (3% de aumento), el contraste con el crecimiento mundial de 3.8% tampoco es favorable.
Algunos de los mercados funcionaron muy bien como el caso de Canadá, Ecuador y Colombia (127 mil 843; 79 mil 437, y 41 mil 952 turistas adicionales, respectivamente), en tanto que otros tuvieron un mal desempeño como en el caso de Argentina, Italia y Reino Unido (105 mil 69; 18 mil 329, y 7 mil 334 menos, también respectivamente).
El comportamiento de los mercados turísticos está asociado tanto a las condiciones prevalecientes en los países de origen, como a las que se presentan en los puntos de destinos; de esta manera, la difícil situación económica de Argentina explica la pérdida de más de 100 mil turistas o el Brexit y la quiebra de la empresa Thomas Cook se relacionan con la contracción del mercado británico.
Del otro lado, la inseguridad, el sargazo y la falta de recursos públicos para la promoción turística impactan la imagen de los destinos turísticos y cobran factura con reducciones en la demanda –que presionan las tarifas a la baja –, especialmente, ante la agresividad de la competencia.
En este orden de ideas, la lectura menos obvia, pero obligada, para valorar los resultados es ¿qué pasó con el mercado norteamericano?, pues históricamente la mayor parte de los turistas a México provienen de este país (58.3% de los turistas aéreos en 2019). Con un crecimiento marginal de 0.2% –poco más de 20 mil turistas adicionales– la realidad es que este mercado es el que explica el bajo crecimiento del conjunto de la demanda. Conviene recordar que la economía de Estados Unidos vive un momento excepcional con las tasas de desempleo más bajas de los últimos 50 años; así, hasta octubre el número de viajeros aéreos estadounidenses al exterior crecía a 6.6%; es decir, siendo México uno de los principales destinos de viaje de este mercado, debería haberse beneficiado de esta tendencia obteniendo un aumento más o menos similar, es decir, unos 700 mil turistas adicionales.
En conclusión, a pesar de todo, no se puede decir que en su componente internacional, 2019 haya sido un mal año para el turismo mexicano –especialmente por el saldo positivo de alrededor de 14.5 mil millones de dólares que se alcanzará en la balanza turística–.
Sin embargo, hay señales del mercado norteamericano que no pueden ser subestimadas y que demandan una atención puntual, porque ya sea que la economía de Estados Unidos entre en recesión o se presente algún shock en el entorno –en el caso de un descontrol de la pandemia derivada el coronavirus, por ejemplo– las consecuencias pueden ser muy graves.
Director del Centro de Investigación y Competitividad Turística Anáhuac, Universidad Anáhuac México.
Twitter: @fcomadrid