Tengo presente aquella historia que dice que si hubiera seres racionales habitando en el fondo del mar, muy probablemente, lo último de lo que se darían cuenta es de la presencia del agua. En una derivada de este relato, y a propósito del tema que hoy abordamos en este espacio editorial, pienso —incluso— que para darse cuenta de la existencia del agua en sus vidas, sería necesario señalárselas con gran insistencia para que, efectivamente, fueran capaces de reconocerla
Escribo esta columna luego de conocer la información dada a conocer por el Inegi en días pasados, en la que se presentaron los resultados del Indicador Trimestral de la Actividad Turística —ITAT—, correspondientes al primer trimestre del año. En ellos, es posible reconocer que el retroceso en términos reales del PIB turístico, en comparación con el mismo periodo de 2020 fue de 23.3%, en tanto que la desaceleración del PIB nacional era de 2.8%. De acuerdo con ello, vale la pena realizar algunas consideraciones:
Ante todo se debe subrayar la profundidad de la caída, recordando que entre otros aspectos que influyeron en estos resultados, se perdieron mas de un millón de turistas canadienses en esos meses. Por otro lado, conviene tener en cuenta que la reducción se registra en comparación con un trimestre en el que la pandemia ya había iniciado y, por ende, las corrientes turísticas mundiales se encontraban en una acelerada marcha hacia la paralización, lo que sugiere que la caída sería mayor si se compara con años normales.
Merece la pena destacar que la contracción de la economia turística en dicho primer trimestre de este mismo año, fue ocho veces mayor que la del conjunto de la economia. Estimamos que de los 2.8 puntos de retroceso del PIB nacional, la actividad turística es responsable de entre 1.5 y 2 puntos. Como reiteradamente hemos insistido en tiempos recientes, el turismo ha dejado de darle a la economia del pais y, mas bien, estamos en una fase en la que le sigue quitando.
Ordinariamente, la contribución que realiza el turismo a la economía nacional es de cerca de 9%, por lo nos parece por demás evidente el hecho de que si el turismo no se recupera, pues la economia del país tampoco lo hará… nos parece evidente pero, tal y como lo sugiere la historia puesta al principio de este texto, es necesario seguir elevando la voz para que los actores que tienen capacidad de decisión no den por recuperado al turismo, pues no lo está y aunque hay buenas señales de que su fortaleza estructural sigue en pie, el daño que ha sufrido la industria está lejos de ser reparado.
Mentiríamos si dijéramos que no es esperanzador saber que los pasajeros internacionales que pasaron por los aeropuertos de Los Cabos y Puerto Vallarta en julio pasado, superaron en 25.6% y 23.3%, respectivamente, los reportados en el mismo mes de 2019 —es decir, sin crisis de por medio—. Por su parte, Cancun, primer aeropuerto latinoamericano en materia de pasajeros internacionales, se situó sólo 2.9% abajo en este rubro en el mismo periodo de comparación. En contraparte, sigue siendo descorazonador que el empleo está lejos de recuperarse y aunque hay avances importantes, en lo que hace a los trabajadores asegurados en el IMSS al mes de julio en el sector de alojamiento, hay 46 mil empleados menos que en enero de 2020 y en la industria de servicios de alimentos y bebidas son 124 mil las personas que no se han reincorporado a su fuente de trabajo, en buena medida porque estas desaparecieron para siempre.
Ni podemos, ni queremos dejar de señalar que con la información disponible a la fecha, los resultados del verano serán muy buenos, dado el entorno. Sin embargo, esto no sucede en todos los destinos y en todos los segmentos. De igual forma, no puede dejar de apuntarse que las condiciones prevalecientes, al menos en los mercados internacionales, siguen siendo irregulares y no hay garantías de que la demanda hacia los destinos de nuestro pais se mantenga con el vigor hasta hoy observado, en cuanto se superen las restricciones globales a la movilidad.
Por todo ello, consideramos que el formidable esfuerzo empresarial hasta ahora desplegado, para mantener a flote los destinos mexicanos y, por ende, el empleo y el bienestar de millones de familia, merece un mejor acompañamiento que el que hasta ahora se ha observado.
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