Más allá de realizar conjeturas sobre el inusual retraso en la publicación de la más reciente edición del Barómetro del Turismo Mundial a cargo de la Organización Mundial del Turismo –OMT–, conviene realizar una cuidadosa revisión de su contenido, pues es posible que la información que allí se presenta, sea el anticipo de un cambio significativo en las tendencias de la actividad para el corto y mediano plazos.
En este orden de ideas, es pertinente recordar que la década que concluye ha sido excepcionalmente buena para el turismo internacional, a pesar de los constantes desafíos de diversa naturaleza que se enfrentan en el mundo y que pasan por terrenos políticos, económicos, naturales, tecnológicos y, por supuesto, aquellos que están relacionados por la conformación de sociedades en las que parece que lo único permanente es el cambio.
Habría que recordar que justo en 2011 la OMT revisó a la baja su estimación de crecimiento de largo plazo –para 2020– reduciéndola de una tasa media anual de crecimiento de 4.1%, a una de 3.8%, que podría, incluso, convertirse en 2.9% de aquí y hacia 2030. No obstante lo anterior, y debido a la estructural resiliencia del fenómeno turístico fundada, en buena medida, en que los viajes son parte del estilo de vida de las sociedades contemporáneas, el comportamiento del turismo mundial se situará en la década que termina, más bien, en el orden de una tasa en torno a 4.7% que no deja de ser formidable.
Por tal razón, hay dos elementos notables contenidos en la reciente publicación de la OMT: por un lado, los bajos ritmos de incrementos interanuales del turismo internacional registrados en julio, agosto y septiembre (3.5%, 3.4% y 2.7%, respectivamente) que son los más bajos para estos periodos en toda la década y están recortando el ritmo que se observó en la primera mitad del año; por otra parte, el hecho de que dos de los tres países más visitados en el orbe (Francia y Estados Unidos), reportan crecimientos negativos anuales.
De mantenerse en los meses venideros esta tendencia es muy posible que, finalmente, la actividad turística mundial estará entrando en una nueva época de bajos niveles de crecimiento. Eso no es inusual y forma parte de la normalidad de los ciclos económicos; en todo caso, lo que si debería provocar el comportamiento observado, es un llamado a los países que encuentran en el turismo una de sus actividades económicas relevantes.
Este llamado debería ser escuchado y atendido, tanto en la esfera privada como en la esfera pública. En el primer caso procurando, entre otras, la realización de todas las actividades posibles para defender los niveles tarifarios, pues la primera reacción ante la identificación de debilidad en la demanda suele ser la defensa a través de recortes de precios que pueden desencadeanr en dolorosas y perniciosas guerras de precios; en el lado de la participación gubernamental en el turismo, es tiempo de poner en valor acciones de política pública tendientes a defender a la industria, no como una concesión graciosa, sino porque en la medida que esto se realice con eficiacia se protegerán los empleos y, en general, al conjunto de la economía.
México sigue siendo, por mucho, una de las grandes potencias turísticas y, como se perfila a partir de la información del Barómetro de la OMT se mantendrá como el séptimo país más visitado y el 16 en lo que se refiere al ingreso de divisas. Esto que es alentador, en realidad pasa a un plano secundario porque el verdadero valor del turismo está en las contribuciones que esta actividad realiza a la sociedad y a la economía. Como lo recuerda la actualización de la Cuenta Satélite del Turismo para 2018, publicada la semana pasada por el Inegi, el turismo aporta 8.7% del PIB, genera 6% de los puestos de trabajo de la economía y representa 3.4% de la formación bruta de capital. La cadena de proveeduría de la industria se valra en alrededor de 65 mil millones de dólares.
Por todo ello, el desarrollo de política públicas orientadas a alentar el sector debería ser reconsiderado, de forma tal que el turismo reciba mucha más atención de la que hoy tiene.
Director de la Facultad de Turismo y Gastronomía, Universidad Anáhuac México.
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