Con independencia de que la desaceleración de los flujos turístico internacionales al país cada vez es más clara, particularmente aquel que proviene por vía aérea desde Estados Unidos, la industria turística ha experimentado en los últimos tiempos un reto formidable ante la escasez de mano de obra para enfrentar sus requerimientos en el marco de la reactivación, lo que, por cierto, no deja de ser paradójico en el escenario pos-pandémico.

La configuración de esta situación es el resultado de diversos factores entre los que se cuentan, la migración impulsada por la pandemia en los periodos de cierre y restricciones a la operación del sector –ante la falta de trabajo, muchas personas regresaron a sus lugares de origen–; el cambio ocupacional –a fin de salir adelante los extrabajadores del sector encontraron oportunidades en otros sectores o se transformaron en emprendedores–; y una creciente pérdida de interés por estudiar carreras relacionadas con la industria de la hospitalidad de quienes forman la llamada generación de cristal –aquellos que nacieron después de 2000– que tienen muchos rasgos positivos, pero, no necesariamente son partidarios del trabajo duro, característico de las empresas turísticas, a pesar de que se ofrezca una perspectiva de desarrollo de carreras profesionales.

No es inusual que las empresas empiecen a buscar la configuración de un mayor atractivo para sus posiciones de trabajo, agregando, sobre todo, flexibilidad laboral y otros incentivos; sin embargo, estos procesos se encuentran en una etapa incipiente.

Este contexto me parece oportuno para revisar la situación que guardan las prácticas profesionales de los estudiantes de estas carreras, toda vez que este acercamiento con el mundo real es parte de la normalidad de la educación turística en México y en el mundo. Por cierto, en la agonizante legislatura española se discute un nuevo ordenamiento que busca regular esta modalidad de aprendizaje/empleo. Según las crónicas que se ventilan en diferentes medios de comunicación, aunque el tema parece necesario y suficientemente relevante, aún no se alcanzan los acuerdos para su pronta aprobación.

En todo caso, tengo presente que desde hace muchos años –más de 20, seguramente–, el secretario de Turismo, Miguel Torruco, insistía en la necesidad de regular en la Ley Federal de Trabajo, la figura del aprendiz que bien podría asemejarse a la del practicante. Sin duda, esta posición es más vigente que nunca y es deseable que se reabra esta discusión en el país, de forma tal que tanto las empresas como los jóvenes profesionales aseguren la certeza legal de una relación cuasi-laboral.

Dentro de los elementos que deberían ser considerados en la discusión –que muy bien podría encabezar la Secretaría de Turismo, de la mano de la del Trabajo y de la Educación– se encuentran los siguientes: número total de horas de prácticas curriculares y extracurriculares, obligaciones y beneficios de los practicantes, obligaciones y beneficios de los empleadores, duración de las jornadas de prácticas, asimismo, hay dos elementos fundamentales que deberían ser revisados con mucho cuidado, la situación con relación a la seguridad social de los practicantes –hoy inexistente– y la definición de la materia de las prácticas, pues no necesariamente la actual situación privilegia el aprendizaje, pues con frecuencia se recurre a esta figura a fin de obtener mano de obra barata para cubrir vacantes que pueden no estar alineadas con los estudios realizados.

Por cierto, estos trabajos y la discusión propuesta muy probablemente deberían considerar la situación de otras actividades profesionales que también demandan la realización de prácticas profesionales.

Desaceleración

Es notable que, en el escenario de desaceleración del turismo internacional hacia nuestro país, de acuerdo con el Centro de Investigación y Competitividad Turística Anáhuac, en abril pasado los estadounidenses, nuestro principal mercado, ya han alcanzado los volúmenes previos a la pandemia en sus viajes al extranjero y siguen mostrando una tendencia de crecimiento.

Director del Centro de Investigación y Competitividad Turística (Cicotur) Anáhuac

Twitter: @fcomadrid

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