Por muchas razones, la realización de la Feria Internacional de Turismo (Fitur) en Madrid, en días pasados, es una muy buena noticia. Esta que, regularmente, es la primera gran feria turística del año, fue la última en celebrarse antes de que se declarara la pandemia el año pasado y es, también, la primera en llevarse a cabo en un formato presencial, aunque, ciertamente, con una participación más reducida que la que normalmente tiene.
De igual forma y luego de un larguísimo periodo de penurias, este debe ser el punto de inflexión del turismo español, segundo destino en importancia en el mundo, cuyos flujos turísticos internacionales cayeron 77% en 2020, es decir, una reducción de alrededor de 65 millones de turistas.
En este entendido y aunque se observa un mercado interno con mucho ánimo de viajar, la verdadera esperanza de la industria turística español está cifrada en la recuperación del turismo internacional. En este orden de ideas se debe destacar que, luego de un largo jaloneo, el presidente del gobierno español aprovechó el evento para presentar el “Certificado Digital Unión Europea Covid”, instrumento que busca simplificar el flujo de los viajeros, reduciendo al máximo la posibilidad de contagios. Este es un gran avance, pero insuficiente porque el Reino Unido —primer mercado para España— mantiene un estatus en el que se hace obligatoria una cuarentena, al reingreso de los viajeros que hayan visitado el país ibérico.
Con independencia de las dudas que existen sobre la utilidad de participar en una feria turística y de la conveniencia de que con base en un análisis detallado se valore la participación de los agentes públicos en estos espacios, tal y como es costumbre, la delegación mexicana se hizo presente en Fitur, encabezada por el Titular de Sectur quien desplegó una agenda acorde con los momentos que se viven.
De igual manera, muchos titulares de dependencias estatales de turismo estuvieron presentes, aunque con toda franqueza, no acaba de quedar claro a que fueron algunos de ellos, si los destinos que representan no reciben visitantes de mercados europeos (no faltará quien diga que justo por eso fueron… para llevar los turistas que todavía no están presentes).
Me cuesta trabajo, por ejemplo, justificar la relación costo beneficio de la participación de la Secretaría de Turismo de Durango… sin vuelos directos, sin participación de su oferta en los catálogos de los operadores, sin capacidad real de ser relevantes en los mercados por contar con limitados recursos para la promoción… una vez más, el viejo juego de hacer trampa jugando solitario.
Degradación de la aviación mexicana
El fin de semana pasado circuló una nota atribuida a la agencia Reuters, en la que se anticipa la inminente degradación de la aviación mexicana al nivel 2, por parte de la agencia federal de Estados Unidos (FAA, por sus siglas en inglés). Como se recordará, en la parte final del gobierno del presidente Felipe Calderón ya se había dado una situación como esta. En aquella ocasión, la razón del descenso en la calificación obedecía a la falta de personal en los servicios aeronáuticos oficiales. La citada nota no señala la explicación de las razones por las que esto sucedería, nuevamente.
De concretarse esta situación, los efectos inmediatos se reflejarían en tres dimensiones: la primera, y más crítica, sería la imposibilidad de que las líneas nacionales aumenten su oferta (en vuelos, frecuencias o rutas) hacia Estados Unidos, lo que en un momento como el que se vive, en el que se está reponiendo la demanda, es una limitación real que puede afectar a toda la industria turística. Los otros dos frentes de afectación son la suspensión de los acuerdos de código compartido entre aerolíneas de ambos países/que también puede incidir en limitaciones a la oferta) y, por supuesto, es un ingrediente que poco ayuda a la imagen del país y sus destinos turísticos. Una sanción como la que se menciona, difícilmente se revertiría en un plazo menor a un año.
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