Históricamente, las primeras intervenciones realizadas por los Estados que pueden ser calificadas como de política turística, tienen que ver con el flujo de visitantes extranjeros, para regular los ingresos y permanencia de estas personas en un país.

Al paso de los años, se puede hablar de un proceso paulatino de supresión de visas en muchas partes del mundo. Sin embargo, por razones que no tienen que ver con el turismo, diversos países mantienen prácticas que limitan los visados, fundamentadas, usualmente, en la necesidad de impedir migraciones con fines diferentes a las propiamente turísticas.

Luego de mantener durante muchos años una posición más bien restrictiva con diversos países en esta materia, México flexibilizó esta condición con Colombia, Brasil, Perú, Ecuador y Hong Kong, por ejemplo. En los primeros cuatro casos, la medida supuso un importante e inmediato beneficio turístico, de forma tal que, incluso antes de la pandemia, estos países ya se encontraban dentro de los 10 más importantes mercados emisores para México. Sin duda, y con estas evidencias, se puede afirmar que dentro del instrumental de la política turística existen pocas medidas que tengan tanta eficacia para impulsar el incremento en los flujos turísticos como la supresión o facilitación de visados.

Vale la pena señalar, adicionalmente, que la pandemia supuso una mayor afectación para México en los mercados europeos y en el canadiense, situación que pudo ser compensada, en parte, por la solidez del mercado estadounidense, pero también por la dinámica de algunos mercados latinoamericanos que no requerían de visado o, al menos, el trámite se hacía de manera relativamente sencilla; muestra de ello es que Colombia ha desplazado al Reino Unido como el tercer mercado en importancia para México.

Sin embargo, en meses recientes ha habido un cambio de rumbo, particularmente en lo que hace a Brasil, país para el cual se ha hecho obligatoria la presentación de una visa física, sustituyendo un permiso que se podía tramitar en línea mediante el sistema de autorización electrónica (SAE) que aplicaba para actividades recreativas exclusivamente. Hoy los empresarios turísticos del Caribe mexicano, en voz de Jesús Almaguer, presidente de la Asociación de Hoteles de Cancún, Isla Mujeres y Puerto Morelos, así como de la cónsul honoraria de Brasil en Cancún y Riviera Maya, Lilian Zanon, reportan que el cambio en la política de visado para los brasileños representa pérdidas superiores a 40 millones de dólares.

Y si, además de esto, se agrega el trato que no en pocas ocasiones puede ser poco hospitalario con nacionales de algunos de estos países –típicamente, viajeros colombianos–, por parte de los agentes del Instituto Nacional de Migración, estamos ante una situación que tiene un potencial significativo de afectación a mercados que han dado la cara en los difíciles momentos que recientemente ha enfrentado el turismo mexicano.

Parece, pues, necesario revisar esa situación y, desde la Secretaría de Turismo, impulsar con la autoridad correspondiente medidas de corto plazo que permitan evitar restricciones innecesarias y molestias para los turistas.

Ciertamente, el tema de visados y su relación con el turismo no sólo es crítico para México. Estados Unidos enfrenta de manera generalizada un importante rezago en los trámites de renovación y expedición de visas, lo que, combinado con los efectos de la pandemia, hace que este país, en septiembre pasado, tuviera todavía 15% menos de turistas aéreos que los que recibió en septiembre de 2019.

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Director del Centro de Investigación y Competitividad Turística (Cicotur Anáhuac)

 

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