Debo admitirlo, tiendo a ser escéptico y pesimista con el ritmo de la recuperación de la golpeada industria turística; sin embargo, tal vez, paradójicamente, tengo la certeza de que el turismo es una actividad extraordinariamente resiliente.

Luego de una práctica cancelación de flujos turísticos en abril y mayo, la industria veía con ilusión la temporada veraniega. Con la percepción de que el mercado tendría una alta sensibilidad sobre el tema de seguridad sanitaria, los destinos y las empresas se volcaron a invertir y preparar los nuevos protocolos necesarios, con el objeto de minimizar los riesgos de contagio del coronavirus.

Con ello, el balance preliminar de este periodo estival puede ser interpretado con dos lecturas que bien podrían sumarizarse con la vieja dualidad de ver el vaso medio vacío o medio lleno. Así, por un lado, en la óptica pesimista se tiene que los ingresos por visitantes internacionales en julio cayeron en comparación interanual 75%, las llegadas de turistas internacionales por vía aérea se redujeron 77% y, por quinto mes consecutivo, no se recibió ningún pasajero en cruceros.

La más reciente información disponible sobre la evolución de la ocupación hotelera en el país proporcionada por Datatur, la plataforma de estadísticas de la Secretaría de Turismo reporta que en la primera semana de agosto, este indicador alcanzó 18.5%, cifra 70% por debajo de la registrada en el mismo periodo del año anterior. Finalmente, en un primer dato duro de agosto, los pasajeros internacionales que utilizaron los aeropuertos de Cancún, Guadalajara, Los Cabos y Puerto Vallarta, instalaciones que en conjunto reciben dos terceras partes de los turistas que se internan por vía aérea al país, se encuentran 71% por debajo del mismo mes en 2019.

Del otro lado, hay signos francamente positivos que dan cuenta de la fortaleza estructural del turismo como la ocupación hotelera alcanzada en Mazatlán en esa primera semana de agosto que llegó al nada despreciable 54.4%; de igual modo, la ocupación hotelera en los destinos de la frontera norte se situó en un poco menos de 30%, lo que hace que este perfil de destinos sea el que tenga el mejor comportamiento en las semanas recientes. Asimismo, de acuerdo con información de las bases de datos de las líneas aéreas, en la primera quincena de septiembre se observa una recuperación de 65% en vuelos programados nacionales y de 40% en internacionales, ciertamente, lejos de la normalidad, pero con una clara y sostenida tendencia de reprogramación.

En el mar de incertidumbre que se vive, el sector turístico recibió como agua de mayo en septiembre, la decisión del gobierno norteamericano de reducir del nivel 4 (recomendación de no viajar), al nivel 3 el ‘Travel Advisory’ para todo el país (aunque cinco estados se mantienen en el nivel 4 por razones de inseguridad). Y no es que por esta razón se prevea una masiva afluencia de visitantes de este mercado –de hecho, el nivel 3 implica reconsiderar el viaje en el corto plazo–, pero es una señal de buena voluntad que la industria requería con ansiedad. También hay que mencionar en este ángulo positivo, la actualización del reporte de la Organización Mundial del Turismo sobre restricciones de viajes que menciona que ya más de 50% de los destinos turísticos del mendo han flexibilizado las restricciones sobre la movilidad de los turistas internacionales.

Parece obvio que hasta en tanto no haya una aplicación generalizada de la o las vacunas para prevenir la Covid-19, no se entrará en un proceso franco de restablecimiento de los flujos turísticos. En tanto esto sucede, las empresas realizan una actuación en modo supervivencia, en la que toda ayuda es, por demás bienvenida. En este sentido, el inicio del periodo legislativo abre una oportunidad para que en reconocimiento de la gravedad de la situación que sigue enfrentando la industria se concreten medidas legislativas para ayudar a un atribulado sector.

¿Hay luz al final del túnel? Es una pregunta que se hacen quienes forman parta de este sector. En mi opinión sí, aunque la luz es chiquita y el túnel es muy, muy largo.

Director del Centro de Investigación y Competitividad Turística (Cicotur) Anáhuac.

Twitter: @fcomadrid

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