Sobra mencionar que la actividad turística vive sus momentos más difíciles desde que se tiene memoria. “2020: el peor año de la historia del turismo, con mil millones menos de llegadas internacionales”, reza el encabezado del boletín de prensa de la Organización Mundial de Turismo.

La caída en el número de llegadas de turistas internacionales fue de 74% (mil millones de viajes menos que en 2019); la más grave afectación del turismo desde la Segunda Guerra Mundial se registró en 2009, producto de la Gran Recesión, año en que el bajón fue de 4%. Con ello, los niveles del turismo internacional global retrocedieron 30 años.

Más allá de lo escandaloso de estas cifras, la mayor preocupación está en la grave afectación que sufre el empleo turístico (la agencia de Naciones Unidas señala que se podrían perder entre 100 millones y 120 millones, aunque el Consejo Mundial de Viajes y Turismo prevé entre 143 millones y 174 millones) y en las nulas expectativas de que se dé una recuperación en el corto plazo. En el mejor de los casos se espera tarde de 30 a 48 meses.

En contraste con el escenario internacional, la afectación para México fue menor, pues de acuerdo con cálculos del Cicotur Anáhuac, habría registrado una caída en los ingresos de 55% en 2020 y en las llegadas de turistas internacionales de 45%.

Esto obedece a diversos factores. Por un lado, el hecho de que la temporada alta se presenta a principios de año, lo que permitió cosechar un buen flujo de viajeros en enero y febrero, aunque marzo reflejó el inicio del derrumbe que se materializaría a partir de abril.

Por otra parte, el movimiento fronterizo a pesar de las condiciones relativamente cerradas, se mantuvo con volúmenes altos; de igual forma, los viajeros norteamericanos mantuvieron un ritmo significativo, pues dado el entorno, así lo sugiere la caída de “sólo” 30% en las llegadas de turistas por vía aérea provenientes de Estados Unidos.

Finalmente, no se debe ignorar el buen trabajo de empresas y destinos que han realizado un formidable despliegue para atender los requerimiento de turistas mucho más demandantes en cuanto a protocolos sanitarios.

Seguramente, nadie tenía un escenario con afectaciones de esta magnitud y luego de la aparición de las vacunas muy pocos se imaginaban que los resultados en turismo podrían ser peores en 2021.

Sin embargo, la orden presidencial del 21 de enero del presidente Biden, que impone un endurecimiento en los requisitos de ingreso (o reingreso) al país, ha generado incertidumbre, pues aunque no ha entrado en operación la exigencia de tener que cumplir con una cuarentena, no puede descartarse que esta u otra medida extrema sea aplicada, como la prohibición del gobierno canadiense para que sus aerolíneas vuelen a diversos destinos de playa, incluyendo los mexicanos. Tan sólo en este mercado se perderían un millón de visitantes y unos mil millones de dólares en el primer cuatrimestre del año.

Los actores de la industria dan por descontando que la recuperación inicia por el mercado doméstico, pero el recrudecimiento de las condiciones de la pandemia y el rezago en la aplicación de vacunas son factores que amenazan la vuelta de los mexicanos a los viajes.

Muy probablemente la contracción de la economía turística triplique o cuadrique la caída de 8.5% del PIB nacional. Sin duda, el turismo sufre y necesita de apoyos más claros.

Es cierto que gestos como la aceptación de los trabajadores de Aeroméxico de la revisión de sus condiciones laborales son invaluables; pero el ámbito público debería ser más proactivo en acompañar a las empresas turísticas, pues al hacerlo se defienden los empleos y el bienestar de millones de mexicanos.


Director del Centro de Investigación y Competitividad Turística (Cicotur) Anáhuac. Twitter: @fcomadrid

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