Para quienes hemos hecho del turismo nuestra actividad profesional, resulta siempre interesante visitar Cancún, la nave insignia de la actividad turística mexicana. La experiencia es particularmente gratificante, al reconocer el formidable momento que vive el destino, con todo y que la pandemia de Covid-19 aún no acaba.

Así, en el final del periodo vacacional de verano los indicadores disponibles confirman, de manera por demás elocuente, la fortaleza de la recuperación a los niveles previos a la pandemia. De hecho, en virtud de la actuación del gobierno estatal para no interrumpir la construcción de hoteles luego del periodo más álgido del confinamiento, el volumen de visitantes se encuentra, incluso, por arriba de los registros de 2019.

No solo el volumen de pasajeros nacionales en el aeropuerto de Cancún, durante julio, es ya 6.7% superior al del mismo mes de 2019: el movimiento internacional de personas en el mismo periodo ha aumentado 25.0%. Estas son cifras que difícilmente otros destinos en el mundo -con una oferta de proporciones como las de los destinos del Caribe - han podido alcanzar. La ruta Cancún-México es ya el trayecto aéreo con mayores volúmenes de demanda en el país, con 212 mil pasajeros en julio y un acumulado anual de 2.7 millones de pasajeros; esto es, 58.8% más que la segunda ruta (México-Monterrey).

El sábado pasado, la ocupación hotelera alcanzó 84.8% en Cancún, 73.7% en Puerto Morelos y 84.4% en Isla Mujeres -incluyendo la parte continental de este municipio-; sobre la base de 38 mil 381, 5 mil 956 y 8 mil 53 habitaciones, respectivamente. No sobra mencionar que sería muy deseable contar con este tipo de información para todos los destinos del país con la calidad y oportunidad como la que procesa la Asociación de Hoteles de Cancún, Puerto Morelos e Isla Mujeres.

Evidentemente, para completar la película, hace falta considerar la oferta disponible en Riviera Maya -incluyendo Tulum - y Cozumel ; es decir, alrededor de otras 60 mil habitaciones, así como las viviendas particulares que se ofrecen de manera informal con fines turísticos, a través de las autodenominadas plataformas de reservaciones. Tan solo las que se comercializan con la marca Airbnb superaron en el periodo 20 mil unidades que suponen alrededor de 40 mil habitaciones adicionales. Se deberían sumar también los pasajeros que llegan a Cozumel y Majahual en cruceros turísticos.

Con ello, una estimación razonable es que este último fin de semana de agosto había unos 250 mil visitantes en estos destinos del Caribe mexicano. Los efectos benéficos de esta demanda turística son palpables en la mejora de oportunidades de desarrollo para los pobladores de la zona, así como para las cadenas productivas que se articulan en torno al turismo; esto sin dejar de reconocer que los retos a la sostenibilidad derivados de estas magnitudes son también considerables. Derivado de la gestión de la carga que supone una operación turística de estas dimensiones sobre los frágiles ecosistemas costeros, es necesario plantearse si es conveniente mantener el ritmo de crecimiento de la oferta.

En breve, una nueva administración encabezará la gestión gubernamental en el estado y deberá ser capaz de encontrar los equilibrios que implican estos y otros retos, dentro de los que se debe destacar el de la seguridad pública, que en cualquier momento podría dar al traste con el buen desempeño turístico hasta ahora observado.

Del lado del sector privado también se presentan importantes desafíos como la apremiante necesidad de encontrar el talento humano que se pueda emplear en la diversa red de servicios turísticos, pues las posiciones de trabajo que se generan no están siendo cubiertas con la actual disponibilidad de mano de obra.

Finalmente, se debe tener presente, y esta es una responsabilidad compartida entre los sectores público -en sus diferentes niveles- y privado, que parte de los turistas que hoy se encuentran en estos destinos, bien pueden ser turistas ‘prestados’ que han optado por México en virtud de que otras posibilidades no estuvieron disponibles en los últimos meses. Evidencia de que esto sucederá en el corto plazo es que los vuelos y asientos disponibles en el periodo septiembre-diciembre de 2022 prácticamente ya no crecen en relación con los ofrecidos en el mismo lapso del año pasado… ¡Habrá que ponerse las pilas!

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