Siendo esta la semana que se cumple el primer año del gobierno federal, pareciera pertinente realizar un balance sobre la gestión en materia turística. Sin embargo, no lo vamos a hacer en esta ocasión. Acaso habría que mencionar que esta administración no se ha distinguido por dar un carácter destacado al turismo en sus decisiones; tan solo la cancelación de la inversión promocional con recursos públicos es una muestra patente de ello.
Ciertamente, la falta de aquilatar el carácter del turismo como un factor determinante para el desarrollo nacional, generando los apoyos necesarios desde la esfera pública para su impulso, no es una exclusiva de este gobierno. Así, la gestión del expresidente Enrique Peña falló en la construcción de la infraestructura para el sector comprometida en el respectivo Programa Nacional y en la segunda mitad del sexenio redujo a la mitad el presupuesto para el sector; hace 10 años, por otro lado, el expresidente Felipe Calderón, luego de que había declarado que el suyo sería el sexenio del turismo, propuso al Congreso la desaparición de la Secretaría de Turismo.
Al respecto, reafirmamos lo que hemos dicho, reiteradamente, en este espacio: hasta ahora el turismo está ausente en la agenda nacional, pues no se le ha reconocido, suficientemente, su capacidad de generar desarrollo económico, pero, sobre todo, desarrollo social. Teniendo esta convicción, pienso que existe una corresponsabilidad en la industria turística y del propio sector académico en este tema al no haber logrado trasladar a la sociedad un discurso convincente sobre estas capacidades…
Habiendo dicho lo anterior, quiero compartir con los amables lectores, un importante hecho que me demuestra que, a pesar de todo en un entorno enrarecido por factores externos e internos, el potencial del turismo mexicano sigue generando confianza para la inversión.
Tuve la oportunidad de realizar una visita al hotel Barceló Maya Riviera a un lado de Puerto Aventuras en el Caribe mexicano, que abrirá sus puertas en diciembre próximo. Francamente, quede impactado no sólo por la dimensión del hotel —850 habitaciones, con un centro de convenciones con un auditorio para 8 mil personas—, que se suma a otros cinco que ya opera este grupo en este mismo lugar, conformando un complejo turístico con más de 3 mil 600 habitaciones, sino porque se construyó en alrededor de 20 meses, mismos que, por cierto, no han sido los mejores que ha conocido la industria.
Es decir, el inicio de la construcción se hizo sin conocer los resultados de la elección presidencial. Tal vez habrá quien diga, entonces, que el mérito de conseguir una obra de esta magnitud con una inversión estimada en unos 270 millones de dólares que generará unos mil 200 empleos directos, formales y bien pagados, fue del gobierno federal anterior; no obstante, al darse la conclusión de obras e inicio de operaciones en este diciembre de 2019 no faltará quien adjudique los méritos a lo que el actual gobierno transmite a estos inversionistas españoles.
En realidad, hay un poco de razón en ambas posiciones, aunque dadas las condiciones actuales del país tal vez pese más la segunda que la primera. En todo caso, y a final de cuentas, la que me parece más certera es la de pensar que el turismo mexicano es mucho más fuerte que el interés que hasta ahora le ha sido depositado por los gobiernos.
Habrá quien se queje de esta inversión, por ser extranjera; no obstante, debe subrayarse que han cumplido cabalmente con los innumerables requisitos legales para desarrollar la obra —que de suyo ya es un gran reto—; al mismo tiempo, han sido capaces de desarrollar la proveeduría local —por ejemplo, toda la madera que se utiliza en el nuevo hotel es de una empresa yucateca, como lo es, también, el equipamiento del mobiliario de las cocinas; de igual forma, los centenares de colchones adquiridos, han sido fabricados en Monterrey—, utilizan, de manera casi absoluta, mano de obra nacional e impulsan una práctica ambientalmente amigable —como muestra, todos los árboles afectados por la obra han sido inventariados y replantados—. Señores de Barceló ¡‘chapeau’!
Concluiría diciendo que quedan poco menos de cinco años de la administración federal, tiempo suficiente para que el gobierno identifique que su justificada agenda social tiene un gran aliado estratégico en la actividad turística y que, por tanto, merece mucho más apoyo del que hasta ahora se le ha brindado… ¡Ojalá!
Universidad Anáhuac México.
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