Hubo un tiempo en el cual la gente se sorprendía por los diferentes artículos e innovaciones hechas de plástico (y polímeros) que contribuían a una mejora. Sin embargo, poco a poco perdimos esa capacidad de asombro. Algunos consideran que estos materiales deberían eliminarse por completo, pero realmente son pocos los que se han puesto a pensar por qué no podríamos vivir sin el plástico.

En aras de ser más productivos y de disponer de una “mejor calidad de vida”, los polímeros facilitaron la transición a:

· Disponer de una oferta de autos con diferentes modelos y colores, interiores con piel sintética, componentes eléctricos y electrónicos como sensores, equipo de sonido y de comunicación inalámbrica, más ligeros y con un menor consumo de combustible (y generación de CO2);

· Adquirir una amplia gama de electrodomésticos que mejoran el manejo de alimentos, bebidas o las tareas de limpieza (y son más eficientes en el consumo de electricidad);

· Fabricar artículos con altas exigencias de seguridad como paracaídas, equipo de protección industrial, cinturones de seguridad, chalecos antibalas, artículos deportivos y otros;

· Mejorar la inocuidad y protección que ofrecen artículos médicos desechables como batas, mascarillas, jeringas, envases de plástico estéril, así como el desempeño y accesibilidad a dispositivos médicos de diagnóstico, membranas para hemodiálisis, catéteres, implantes biológicamente inertes, aparatos auditivos, marcapasos, etc.

· Dar color a nuestras casas y autos con pinturas que son fabricadas con diversas resinas plásticas

· Poder comprar nuestra despensa cada 2-3 semanas, e incluso adquirir perecederos importados, al estar empacados con diversos plásticos que permiten que puedan transcurrir meses, sin mermar el sabor y cualidades nutricionales de los alimentos;

· Disponer de teléfonos, computadoras, productos electrónicos, más compactos, con mayores prestaciones, mejor desempeño y un menor costo comparativo;

Imaginemos ahora un mundo en el que el plástico fuese substituido por vidrio, cartón, papel, madera, fibras naturales, aluminio, acero e incluso bioplásticos.

En primer lugar, nuestros hábitos de consumo tendrían que retroceder en el tiempo 25, 50 o hasta75 años, al igual que la gama de opciones de los artículos cuya materia prima estaríamos cambiando.

En segundo lugar, la población que en 1050 era de 2,540 millones de habitantes llegará a 8,000 millones en 2022 y a 10.200 millones en 2060. Si se pretendiera sustituir en su totalidad el plástico, el planeta Tierra no dispone de los recursos naturales suficientes, ni las plantas de manufactura tienen la capacidad para abastecer el incremento en la demanda de productos alternativos.

En tercer lugar, la huella ambiental de los materiales alternos tendría un mayor impacto negativo en comparación al plástico. Por ejemplo,

i. Una bolsa de papel que se utilice una sola vez genera 67.5% más emisiones de CO2 que una de plástico, y requiere 17 veces más agua para su fabricación, según datos del Análisis del Impacto de los Gases de Efecto Invernadero en el Ciclo de Vida de los Embalajes y Otros Productos Plásticos en Chile.

ii. El mismo análisis indica que un recipiente de vidrio de medio litro genera 350-400% más CO2 en su fabricación que el de plástico.

iii. De acuerdo con diversas publicaciones como el Journal of Industrial Ecology o The Environmentally Benign Manufacturing (EBM), una lata de aluminio requiere al menos 2 veces más de energía que una botella de PET reciclado, y en consecuencia su huella de carbono es mayor.

iv. La transportación de un camión con botellas de refresco en un envase de vidrio que pesa 40 veces más que una de plástico, puede requerir más de un 60% de combustible adicional. De acuerdo con cálculos propios, recorrer 50 mil km/año incrementará las emisiones de CO2e en más de 8.8 Ton/año.

v. De acuerdo con cálculos propios elaborados con base en el estudio Rendimiento del proceso de extracción del almidón de frutos de plátano, la huella hídrica para fabricar bioplástico a partir del almidón de plátano requiere 15,226 litros de agua por kg de PLA producido.

vi. The Water Footprint Network indica que obtener un kg de textil de algodón consume de 12 a 15 mil litros, mientras que un kg de plástico requiere 150-200 litros de agua.

A partir de ello, prescindir del uso del plástico implicaría la imposibilidad de fabricar muchos de los productos que nos rodean, y su mejor defensa es la integración de ventajas técnicas, productivas, estéticas, financieras y ambientales, que ningún otro material alterno puede reunir.

Finalmente, esto nos muestra que empresas, gobiernos y sociedades, deben colaborar para racionalizar su consumo, disponer de mejores canales de acopio e invertir y facilitar el reciclaje de los diferentes plásticos.

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Ingeniero Químico. Integrante de la campaña Vida Circular

 

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