Kílian Jornet

juega en las montañas. Así dice su descripción de Twitter, y sí. De eso vive, de jugarse la vida allá arriba, en el filo de los picos más hermosos y peligrosos del mundo, en crestas donde no caben sus dos zapatos juntos.

“Bailar con las montañas, esa sensación de que estás seguro, pero a la vez no”. Se escucha su voz en off mientras da saltos y corre al borde del acantilado, en uno de sus videos no aptos para cardíacos, pero con millones de vistas en YouTube.

Kílian

nació en Barcelona, España, y su corazón se revoluciona en los montes. Aprendió a subirlos muy niño, junto a su madre y padre; ella, profesora de deportes alpinos, y él, guía de montaña. Posee todas las medallas y récords de altura, y el fin de semana —en un terreno poco habitual para él— quiso romper el récord de las 24 horas en pista.

Pero dos pinchazos agudos en el pecho lo detuvieron. Ninguna proeza es más importante que la vida misma. Si bien, el catalán es capaz de desafiar el vacío al balancearse en un pie sobre la última roca de sus montañas, tampoco ha sido tan imprudente como para arriesgarse a dar un paso a lo desconocido. Los hombres de montaña, por temerarios que sean, respetan las señales.

“Las carreras son impredecibles”, dijo. “Pero las carreras y las montañas seguirán ahí”. Y la gente volverá a salir quién sabe de dónde para colmar los senderos por los que habrá otra vez de subir y bajar entre aplausos. A veces, se vale rendirse.

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