A sus 72 años de edad, Don Gabriel Alanís Velázquez acomoda su cubeta blanca boca abajo y se sienta en ella para trabajar. Con un gancho especial, desenraíza el pasto y la hierba que —casi inexplicablemente— crece del canalillo que circunda los 400 metros de la pista atlética de Villa Olímpica en la Alcaldía Tlalpan, al sur de la CDMX.
Con esfuerzo, hunde en el vacío de la canaleta su ganzúa, y con fuerza tira para sacar lo que encuentra a su paso. Luego de cerciorarse de que no queda nada más, apenas se levanta un poco de la cubeta y la desliza unos centímetros atrás para volver a dejar caer su cuerpo en ella y continuar la encomienda.
“Si no removemos todo el pastito este, la pista no se desagua y el tartán se echa a perder” , me explica, luego de que pasé a su lado exactamente 20 veces durante mi entrenamiento. Me tocó correr, sí, 20 veces los 400 metros , con sus respectivos descansos de recuperación.
La vuelta la hice promedio en 1:27.00 minutos. Steven Gardiner, el bahameño que recién ganó el oro en Tokio, la completó en 43.85 segundos. Paola Morán, la de Guadalajara, tiene una marca personal de 51.02 segundos en los mismos 400 metros. A Don Gabriel le lleva más de una semana recorrerlos sentado en su cubeta blanca mientras arranca de raíz la hierba que crece al borde del tartán, para que todos los demás podamos correr sin apuros.
Su labor me pareció encomiable y por eso decidí acercarme a preguntar. Si a los más rápidos les dedican tantas columnas en los periódicos, no tendría por qué ser distinto con este hombre de actitud amable y sombrero, que con tanta destreza y paciencia dedica sus días a los 400 metros.
Sorpresa que me llevé cuando le dije “hola” y con toda naturalidad me respondió “hola, ¿cómo te llamas?” (esas cosas ya no ocurren en cualquier parte), para de inmediato hacerme saber que su hermano también se llamaba Francisco, como yo , y que ambos eran compositores (como yo he querido ser).
También me contó que, mientras arranca los pastos y la hierba mala, se le ocurren canciones, y que le han grabado varias, entre ellas “Como una puñalada”, de los Destellos del Norte (o suya, más bien). Incluso compuso “El corrido de Higinio” , un amigo suyo que es político y que hace varios varios años le dio chamba en esta pista, donde platicamos de que además es terapeuta en plantas medicinales, domador de caballos, herrero y profesor de karate.
El camino de Don Gabriel es largo.