De la noche a la mañana es cuando suelen ocurrir las peores tragedias. Que si alguien ya no despertó, que si se metieron a robar a quién sabe quién, que si nos enteramos de la noticia más enmudecedora, que si se desató la guerra, que si todo se fue al demonio.
Imagínese despertar y percatarse de que su cuenta bancaria se encuentra en ceros. Darse cuenta, en un abrir y cerrar de ojos, de que todo aquello que poseía se ha desvanecido. No es algo imposible en estos días, tanto que incluso la fortuna de los más portentosos magnates de Medio Oriente o de Rusia podría desaparecer en un pestañeo, así como suele irse la vida: sin previo aviso. Eso es la guerra, el acaecimiento de lo que parecería imposible, cuando aquello que no somos capaces de concebir, sucede.
“Mientras tengamos camisetas, mientras sigamos vivos, iremos y lucharemos para conseguir éxitos. Se lo debemos a la gente que nos apoya”, declaró Thomas Tuchel, director técnico del Chelsea, el equipo más acaudalado de la Premier League y de la Liga de Campeones hasta hace cuatro o cinco semanas, previo a la debacle de los oligarcas soviéticos, quienes hoy tienen sus activos congelados a consecuencia de sus irrefutables lazos con Vladimir Putin.
“Tenemos que lidiar con ello. Tenemos que estar juntos, encontrar soluciones. Hay muchos temas que normalmente no tratamos y que ahora tendremos que hacerlo”, declaró el entrenador tedesco, respecto a las complicaciones para viajar con el límite de gasto en 20 mil libras por partido fuera de casa. Parecería mucho para nosotros los mortales, pero apenas alcanza con eso para los billetes de avión de un equipo de futbol en clase turista.
No cabe duda que la vida es una rueda de la fortuna y hoy lo comprobamos ante nuestros ojos, más que nunca. Uno de los clubes más ricos del mundo se ha quedado sin recursos, de la noche al amanecer, luego de que la Unión Europea impusiera sanciones a los multimillonarios rusos a partir de la invasión de Putin a Ucrania.
Cuándo hubiéramos vislumbrado que la realidad de los más grandes opulentes fuera capaz de alterarse en apenas unos instantes, como consecuencia del castigo a las acciones de sus países de origen. Roman Abramovich , uno de los zares de los negocios de Rusia —dueño del Chelsea de Londres , entre uno de sus tantos negocios—, es hoy uno de los tantos perseguidos políticos que habrán de pagar las consecuencias de las injusticias de su abyecto amigo, Vlamidir Putin.
El 6 de abril, el Chelsea de Inglaterra habrá de enfrentarse a un recién vapuleado Real Madrid , en medio de una de las peores incertidumbres de la realidad moderna. ¿A quién le va usted?