El suelo comenzó a sacudirse, al tiempo que un sonido cada vez más fuerte se aproximaba a nosotros. Todo vibraba con mayor intensidad a cada segundo y los gritos de la gente los oíamos más y más cerca. Yo estaba con mi mujer y mis hijos. Ella y yo lo habíamos vivido antes: Cómo se cimbra todo a su paso, la bulla, la muchedumbre que espera con expectación su turno, sin otro remedio que ponerse en pie y levantar los brazos cuando la alcanza. Pero para ellos era la primera vez.

“Es la ola, niños...”, les expliqué, al dejarnos atrás en las gradas del Foro Sol, previo a la salida de Coldplay.

Desde hace tiempo —desde su tercer álbum, para ser exactos— ya no me gustan. Perdieron la esencia y sencillez que caracterizó sus composiciones al principio de su carrera y que nos atrapó a varios. Hoy, llenan estadios de más de 60 mil personas tres días consecutivos en una misma ciudad, no importa que se disfracen de Teletubbies en una de las canciones de su setlist. ¡Qué bochornoso! Por eso ya tampoco me gustan, porque ahora le gustan a todos, y cuando eso pasa, a mí me dejan de gustar las cosas.

Sin embargo, quise llevar a mis hijos. Es importante la experiencia de los conciertos cuando te gusta la música, de ver a un músico tocar el piano y cantar a coro con la masa, de vibrar y vivir el sentimiento de unión en un evento masivo.

“Es la ola, niños, y surgió por primera vez en México en el Mundial del ‘86, en el estadio Universitario de Monterrey”.

No sólo mis hijos me escuchaban con los ojos súper abiertos, también pude ver al niño de la fila de abajito muy atento a nuestra plática. Les conté cómo, en pleno partido, la gente se levantaba en sincronía de sus asientos para provocar ese efecto de ola , y que bastó con que las cámaras de televisión la enfocaran para que enseguida se propagara como una marea por los demás estadios del país y de todo el mundo.

Se le conoció como “la ola mexicana”, a pesar de que hay quienes aseguran que tuvo sus orígenes en el hockey o el beisbol en Estados Unidos. Como haya sido, con el futbol ganó popularidad y se masificó, como Coldplay.

Quizá sea un ridículo, pero —ahí junto a mi familia— me emocionó ver a lo lejos, en la tribuna opuesta, esos primeros intentos de la gente para hacerla crecer, hasta que por fin lo consiguieron y empezó a darle vueltas al foro. Me dieron ganas de llorar, para ser sincero, me invadió la concordia y se me ocurrió que estaría mejor ser recordados por la ola que por el grito de “puto” .

*Corre a picharle la idea a Coca-Cola y a la Femexfut* Así será.

Estoy en Facebook, Instagram y Twitter como @FJKoloffon

Google News

TEMAS RELACIONADOS