El ajedrez requiere calma y paciencia, pero por su complejidad, hondura y rigor, no pocas veces agobia y desespera.
Por eso, según el gran maestro Rubén Fine, “no existe palabra más repetida en el vocabulario del ajedrecista que desesperación.
Más pronto que tarde uno de los bandos realiza la jugada que lo lleva a la derrota. ¿Qué decir en tal momento? Cualquier cosa: ¡desesperación! La frecuencia de la palabra es un hecho notable por lo curioso: es el espacio entre la derrota y el abandono”. Muchas razones lo evidencian pero, en el fondo, es el instante de la desesperanza y la resignación.
Al respecto, el ajedrecista sirio Philip Stamma , uno de los mejores jugadores del siglo XVIII, publicó un libro de ajedrez titulado Cien posiciones desesperadas. Según Fernando Arrabal, a Schopenhauer le gustó este título y Pablo Neruda quedó tan maravillado por él que le sirvió de inspiración para sus Veinte poemas de amor y una canción desesperada.
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Partida: Las blancas aprietan y acaban por desesperar a su rival.
Blancas: Lajos Steiner
Negras: C. J. Purdy
Campeonato de Australia, 1947
1.e4 e6 2.d4 d5 3.Cc3 Cf6 4.Ag5 Ae7 5.e5 Cfd7 6.Axe7 Dxe7 7.f4 0–0 8.Cf3 c5 9.Dd2 Cc6 10.0–0–0 c4 11.f5 Tb8 12.Dg5 Dxg5+ 13.Cxg5 Cb6 14.fxe6 fxe6 15.Ae2 h6 16.Ch3 Ad7 17.Ag4 g6 18.Ce2 h5 19.Af3 Cc8 20.Cg5 C8e7 21.g3 Cf5 22.c3 Rg7 23.Cf4 Tbe8 24.Tdg1 Rh6 25.h4 Cxg3 26.Cxg6 Txf3 27.Cxf3 Cxh1 28.Cf4 Ce7 29.Cg5 (Diagrama. La situación de las negras es desesperada) Cf2 30.Cf7+ Rh7 31.Cxh5 Ce4 32.Tg7, jaque mate, 1-0.
