El presente régimen tiene objetivos loables pero imposibles de lograr debido a sus limitaciones congénitas.
Sacar a millones de la pobreza, reducir la desigualdad, lograr un clima de seguridad y establecer una sociedad más justa son propuesta por las cuales muchos apoyamos un nuevo régimen, cansados de la ineficacia, corrupción y cinismo de los gobiernos anteriores.
Los objetivos siguen ahí, pero imposibles de alcanzar, debido a los genes de un gobierno de activistas incapaces de administrar, motivados por el resentimiento y el afán de revancha.
Ese resentimiento y revanchismo los lleva a dividir a los suyos de los demás; a los que tienen algo de los que creen tener menos de lo que merecen; a los que desean un gobierno omnímodo de los que queremos el menor posible y entre los que adoran al Tlatoani de los que evaluamos críticamente y exigimos los resultados prometidos.
Esta división impide generar la prosperidad necesaria que alcance a todos y reduzca la pobreza, pues sin la energía de millones de emprendedores excluidos del aprecio de los gobernantes actuales, será imposible lograr emplear a los millones de personas que buscan actualmente un trabajo y crear las oportunidades necesarias para un millón y cuarto de jóvenes que entran anualmente a la edad de trabajar.
Sin empleo suficiente, los ingresos de las mayorías no subirán lo suficiente, a pesar de los apoyos del gobierno, para reducir la pobreza y lograr el principal objetivo del régimen.
Aparentemente, mueve más al gobierno el resentimiento y revanchismo que el logro del tan loable objetivo, y diariamente se observan acciones, discursos, iniciativas y medidas que no disminuyen, sino que aumentan, el miedo a invertir y emplear.
No conozco a ningún emprendedor en activo que esté pensando en aumentar en México sus operaciones más allá de lo necesario para sobrevivir y esperar tiempos mejores.
Por eso la inversión productiva cae en picada y la recuperación económica y del empleo no repuntarán a los mismos niveles de 2019 sino hasta 2024.
Perderemos otros seis años sin el dinamismo que demanda la población joven y deseosa de trabajar y emprender.
Perderemos otros seis años sin que nuestras empresas prosperen en el concierto nacional y mundial, por carecer del ambiente que las impulse a innovar y adecuarse a los gigantescos cambios que ya están en marcha.
Perderemos otros tres años en demagogia, grilla, discursos, excusas y mentiras que engañan al pueblo y difieren las soluciones de fondo.
La incompetencia es otra característica inherente del presente gobierno, integrado por activistas identificados en la ideología destructiva, falta de capacidad, improvisación y desprecio a los creadores de empleo y bienestar.
Prácticamente no hay área del gobierno con resultados siquiera suficientes para justificar a los millones de votantes esperanzados en tener un gobierno eficaz, honesto y austero.
La inseguridad es alarmante; la situación económica muy mala y la respuesta del gobierno ante la crisis de las peores del mundo.
El manejo de la pandemia ha sido errático, politizado y altamente centralizado en órganos francamente incompetentes. El proceso de vacunación ha sido lento, irregular, burocrático y voluntarista.
La centralización en el gobierno federal y en la persona del presidente es asfixiante y es una más de las causas del fracaso de sus programas. No es un panorama muy agradable, pero es realista.
Debemos prepararnos para sobrevivir este vendaval destructivo y esperar tiempos mejores.
Mientras tanto, lo que podemos hacer es manifestarnos con nuestros votos y así mandar el mensaje de nuestro desencanto.
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