Nuevo León se ha quedado atrás entre los estados del país.
Aunque su imagen sigue siendo positiva, se sustenta en la historia y no en realizaciones recientes.
El rezago, no se debe a la falta de pujanza de sus habitantes, empresas e instituciones sino en la mala actuación de los gobiernos estatales recientes.
Los ciudadanos de Nuevo León estamos cansados de excusas ante la ineficacia y demandamos soluciones a fondo de los problemas principales que se han agudizado en los últimos 18 años.
La ineficacia de los pasados gobiernos ha sido causada por obstáculos salvables y por círculos viciosos que no han tenido el valor o la capacidad de liquidar.
Tal es el caso de la falta de recursos, problema fundamental, sin que se apliquen verdaderas medidas de racionalizar el gasto y reestructuras adecuadas e imaginativas de la deuda que liberen recursos para lo urgente e importante.
Se ha hecho poco y mal y la administración pública estatal opera con los mismos vicios, iguales a los del gobierno federal.
El desperdicio de recursos por las prácticas de paro y arranque; la falta de administración de los flujos; por destinar recursos según ocurrencias; las reestructuras insuficientes y caras y los recortes generalizados a rajatabla son prácticas burocráticas del pasado que hay que superar.
Para la nueva administración, urge un líder con verdadero conocimiento de las finanzas modernas y que se apoye con un auténtico Consejo asesor.
Otro obstáculo perenne es la escasísima capacidad operativa del aparato administrativo estatal, plagado de burocracia, tribalismo, legalismos formalistas, ineptitud y recursos humanos inadecuadamente seleccionados en los altos puestos.
Se ha privilegiado el amiguismo y la lealtad al gobernante sobre la capacidad y la honestidad.
Es indispensable una reorganización administrativa que permita grupos participativos especializados y evitar segmentar más las funciones porque dificultan la necesaria coordinación entre funciones. Por eso para lograr cualquier cosa se requiere el triple del tiempo y varias veces más recursos.
Se necesitan menos secretarías, no más.
La falta de visión de los gobernantes es otro de los obstáculos, a la cual se une la falta de foco en la atención de los problemas más críticos: seguridad, transporte, contaminación, empleos bien pagados y salud.
Aunado lo anterior, se potencia la inefectividad por la falta de ideas innovadoras y se continúa con ideas zombis, ya muertas, pero todavía presentes.
En seguridad se sigue pensando en aumentar personal, equipo y recursos cuando lo requerido es actualizar organización, mandos, personal, equipo y tecnología y adoptar las prácticas que han sido aplicadas en otros países con excelentes resultados: análisis estadístico de la información; administración descentralizada y focalizada; integración de dependencias; medición transparente de resultados; tecnología de vanguardia y recursos humanos honestos, capacitados y bien compensados según sus riesgos y resultados.
Igualmente, en cuanto a transporte.
Existen estudios suficientes y efectivos en busca de un gobernador que tenga la capacidad de ejecutarlos.
Los problemas en este rubro ya los han superado otras entidades porque han decidido actuar a pesar de la presión social, política y económica que se opone a las soluciones adecuadas a los nuevos tiempos.
Hay que “morder a bala” si queremos salvar al sistema que se ha hundido paulatinamente, para que los ciudadanos tengan un transporte como el que merece su laboriosidad.
Crear un organismo integrador de todas las modalidades de transporte; motivar el equipamiento con unidades no contaminantes; dotarlas de tecnología que permita programar rutas y recorridos e informar al usuario de horarios y frecuencias -que deberían ser flexibilizadas para las horas pico; mejorar la infraestructura por donde se transita. Todas estas son tareas logrables.
Además, se requiere un cambio conceptual del transporte masivo. La construcción de kilómetros de Metro es inviable con el actual concepto y su operación es muy cara. Nuevos materiales y diseños permiten reducir substancialmente el peso y el costo de infraestructura y trenes.
Hay muchos ejemplos en el mundo que no es difícil emular.
Pero el obstáculo es la incapacidad del gobierno para aplicar ideas nuevas y para liderar a los involucrados, incluyendo a los usuarios que muchas veces luchan por acciones que aumentarían sus problemas.
Nuevo León es privilegiado en su actividad económica. A pesar de los gobiernos, el empuje y energía de empresarios, obreros, sindicatos y universidades, la industria, los servicios y aun la agricultura y ganadería son muy pujantes.
Pero con poca ayuda se podrían potenciar más en beneficio de los obreros y empleados, pymes, profesionistas, emprendedores tecnológicos e ingresos estatales.
Se requiere infraestructura que permita acomodar más empresas; potenciar los actuales esquemas de apoyo al financiamiento de las pymes; desregular drásticamente; asegurar la adecuada implantación del nuevo sistema de justicia laboral y, sobre todo, apoyar decididamente la adopción de las nuevas tecnologías de la Industria 4.0.
Muchas de estas iniciativas, salvo la creación de infraestructura, están ya en marcha y solo requieren potenciarlas.
A pesar del continuo deterioro del medio ambiente, las autoridades estatales no han tenido la determinación de detenerlo. Alegando falta de recursos y de atribuciones divididas, han preferido “nadar de muertito” para no arriesgar popularidad o posiciones políticas.
Es ineludible y urgente controlar TODAS las fuentes contaminantes: vehículos, plantas, comercios, refinerías, hogares, restaurantes, pedreras, etc. Todos estamos contaminando y todos lo hacemos impunemente por la sevicia de las autoridades.
Los ciudadanos de Nuevo León y la Asociación Nacional de Empresarios Independientes (ANEI) demandan un gobernador que deje de “patear el bote” y asuma su responsabilidad con los niños, ancianos y jóvenes del estado y se responsabilice por los miles de muertes evitables causadas por la degradación ambiental.
Como toda sociedad, tenemos muchos otros problemas que demandan atención, pero los mencionados son los más críticos que exigen cuidado especial y en los cuales el próximo gobierno no puede fallar. Es lo mínimo a lograr.
La sociedad de Nuevo León es muy fuerte y rica en talento y voluntad.
No es una sociedad compuesta por 10 o 20 empresas, ni por una elite social hegemónica, sino integrada por miles de empresarios y trabajadores que generalmente son ignorados y relegados en la representación y definición de políticas públicas. Por ello, urge en Nuevo León un Gobierno visionario y que sea efectivo para resolver las necesidades que demanda la entidad.