Un empresario comentó que le parecía que fue muy fácil decretar el cierre de la actividad económica por la pandemia y que se estaba haciendo muy difícil reabrirla.
Así parece. Las disposiciones de los gobiernos son un relajo.
¡El gobierno federal cambió tres veces las disposiciones para la reapertura en 24 horas!
El día 14 en la mañana dictó que las industrias automotriz, construcción y aeronáutica podrían reiniciar el día 18 de mayo. En la tarde cambió para dictaminar que la reapertura sería hasta el 1 de junio y que del 18 al 1º sería una Fase Cero para “prepararse”.
El día 15 reeditó el decreto para establecer que podrían reiniciar a partir del 18, cumpliendo ciertas condiciones, y previa autorización del gobierno.
Desde luego, no hay instructivos, procedimientos o funcionarios definidos. Tampoco capacidad para procesar las solicitudes ni para inspeccionar. Papeleo, trámite, costos, demora.
Algunos gobiernos estatales se dejaron llevar por ese vaivén. Jalisco y Chihuahua establecieron sus propios calendarios y condiciones.
Los municipios participaron en este desorden estableciendo cada uno sus propias fechas de reapertura, sin requerir condiciones ni autorizaciones previas.
Nadie sabe realmente lo que pasa. Los datos de afectados y fallecidos son inconsistentes. Abundan las curvas de la pandemia producidas sin datos duros. No se hacen pruebas de contagio suficientes porque el gobierno lo impide o no hay dinero.
Ningún nivel de gobierno hizo el más mínimo esfuerzo por apoyar sus disposiciones con protocolos, instructivos o apoyos para fomentar el mantener cerrado el empleo y la producción.
Esto evidencia la falta de cabeza de nuestro país. Ocurrencias, improvisaciones, casuismo.
Los empresarios peregrinando de la “ceca a la meca” para saber cuándo y cómo, preocupados por sus colaboradores y compromisos con sus clientes, dependientes de los suministros para reiniciar sus propias operaciones. Y muy presionados por la falta de liquidez y de facturación que amenazan con liquidar a sus empresas.
Cada funcionario tocando desafinadamente y fuera de tiempo: Que si salubridad, que si Economía, que si Trabajo, que si Poncho Romo, que si el gobernador. Cada uno por su lado.
Es entendible lo difícil de lograr un equilibrio entre los riesgos de salud y los económicos, pero no es aceptable la falta de orden en el proceso de toma de decisiones, el titubeo y la falta de coordinación, preparación y datos duros.
Esto es una evidencia más de la falta de capacidad y liderazgo de la federación y su centralismo.
Este es el manejo del país. Esta es la realidad que presentamos a propios y extraños. Eso es lo que ven en otros países: desorden. ¿Lograremos así el Bienestar?
Empresario, fundador de la Asociación Nacional de Empresarios Independientes (ANEI) y ex Secretario de Economía y Trabajo de Nuevo León. ftd@katcon.com