Hace 6 años, cuando iniciaba el sexenio anterior, aparecieron los primeros ataques contra la educación pública superior y la Universidad Nacional Autónoma de México, ambos más que preocupantes. En una primera ocasión se anunció una reforma al artículo tercero constitucional que desaparecía el carácter autónomo de las universidades públicas; y, en la segunda, se buscaba una reducción sustantiva al presupuesto universitario.
La reacción de la comunidad universitaria no se hizo esperar y ambas terminaron desmentidas de inmediato, el entonces secretario de Educación arguyó que era un proyecto desechado de antemano y se confirmó que el presupuesto seguiría siendo el mismo.
Nunca se supo las causas de los desmentidos, todo hace suponer que, ante la presión de las comunidades universitaria y académica del país, algunos de los funcionarios cercanos al entonces Presidente de la República, en particular la Dra. Sheinbaum, jefa de Gobierno de la Ciudad de México, lo convencieron de no seguir adelante con estos dos globos sonda que buscaban medir la reacción de la comunidad afectada. A pesar de eso, durante todo el periodo gubernamental continuaron los ataques contra la Universidad, calificada de ostentosa, reaccionaria, conservadora y aliada a la derecha ideológica.
Una institución de educación superior sólo tiene compromiso con la verdad, la verdad de cada uno de sus integrantes, que puede variar de uno a otro, pero todos deben tener el derecho a expresarla sin cortapisas. De no ser así, no sería una universidad, sino un centro de formación de cuadros políticos, un monasterio o convento para el adoctrinamiento de fieles laicos o religiosos.
La semana pasada volvió a surgir la noticia de un presupuesto reducido en un 25% a la UNAM y, aunque un desmentido no oficial lo negó, esperamos que no haya sido otro sondeo de la opinión universitaria en búsqueda de evitar que la Universidad siga siendo, además de una transmisora de conocimiento, cultura y ciencia, un centro de análisis de la realidad y que pueda seguir gozando de plena autonomía para continuar con su papel como la conciencia crítica de la Nación y la casa de la Libertad.
Profesor Facultad de Derecho, UNAM