La Universidad, como institución de educación superior, tiene la obligación de formar técnicos, humanistas, científicos y profesionales en todas las ramas del conocimiento.
Es una institución medieval que seculariza el conocimiento y lo pone en manos de la sociedad civil fuera de la égida eclesiástica de conventos y monasterios.
La autonomía universitaria, consagrada en el primer tercio del siglo XX, la faculta para que de manera absoluta desarrolle una completa libertad de cátedra y de investigación.
Otras instituciones de educación pueden tener finalidades concretas. Las eclesiásticas, formar ministros para el culto; las capitalistas o financieras, formar técnicos que coadyuven sus actividades económicas; las políticas, cuadros para sus actividades; pero la universidad, por encargo de la sociedad civil y como institución laica y autónoma, tiene la obligación irrestricta de formar ciudadanos libres, responsables y comprometidos, política y socialmente.
En las aulas y en los recintos universitarios se manifiestan todas las ideas y todos los puntos de vista; se podrá estar de acuerdo con unos o con otros, pero todos tienen el derecho a expresar su verdad.
Ese respeto a la libertad de expresión es el elemento fundamental de la vida universitaria.